RECETA DEL MOLE POBLANO
¡VIVA EL MOLE!
Del
mole, como de las cosas que son
importantes en la vida, mucho se ha escrito y aún más se ha hablado.
Lo
cierto es que se trata de un guiso de antiguo linaje, nacido en las tierras del
Anáhuac, donde figuraba ya como un platillo principal en la mesa de los
emperadores aztecas. De ello dan testimonio los cronistas y, por si esto no
fuera suficiente, bastaría recordar el origen de su nombre: procede de la
palabra náhuatl mullí con la que se designaba a las salsas de chile.
Pierde
así fuerza la jocosa anécdota referente al origen del mole poblano, en la que
se asevera que la palabra procede de la exclamación de una monja, quien al
observar a su compañera sor Andrea de la Asunción, preparar la receta creada
por aquélla, dijo aturdida: “Pero cómo mole”. A lo que sus compañeras de
inmediato atajaron diciéndole: “Muele, hermana, muele; no mole”.
Jocosidad
aparte, el origen del mole o de los moles —para mayor precisión— es
indudablemente prehispánico. Era un platillo servido y gustado por los pueblos
de Mesoamérica, y no podía ser de otra forma, porque si bien es cierto que en
lo que a tradición culinaria se refiere, se nos suele conocer como la
“Civilización del Maíz”, también vale reconocer que la utilización de los
chiles como ingrediente básico de la alimentación indígena, es indiscutible.
Resulta
oportuno señalar la existencia de una “alta cocina” indígena, como lo prueba el
testimonio detallado de varios cronistas sobre la mesa del emperador Moctezuma.
Se menciona este hecho porque siendo el mole uno de los platillos de la mesa
imperial, su elaboración era refinada y de hecho integraba las características
básicas que conservan los moles posteriores: a saber, se trata de una
combinación selectiva y cuidadosa de varios chiles a los que, para afinar la
sazón, se les agrega cacao, o chocolate, amaranto y diversas especias nativas
hasta obtener un sabor refinado y diferente. En esta combinación juega papel
básico el pavo silvestre o guajolote.
El
mole tiene una larga carrera histórica y con ella sigue el destino de su
pueblo: si los pueblos indígenas habían de mezclarse con el español, los
platillos de su mesa harían lo mismo. Puede aseverarse del mole, que este
monumento gastronómico es producto no de la imaginación de una monjita, sino
del devenir de la historia.
En
efecto, el mole en sus diferentes versiones regionales se va enriqueciendo con
los ingredientes traídos del Viejo Continente y con las especias de las Indias
Orientales.
Entre
los moles regionales se ha destacado sin duda el mole poblano de guajolote, no
sólo porque la cocina poblana tiene fama y prosapia nacionales, sino porque
logró llevar este platillo a una excelsitud de mezclas de ingredientes. No es
de extrañar que en su breviario del mole poblano, Taibo, en forma por demás
divertida, haga un símil entre el barroco poblano y la estructura gastronómica
del mole; podría decirse que este magnífico platillo es mexicanamente
"churrigueresco”.
Se
menciona que en 1680 llegaba a México el virrey don Tomás Antonio de la Cerda y
Aragón, conde de Paredes y marqués de Laguna, quien entre sus virtudes, tenía
la de haber sido admirador y mecenas de otra monja famosa, pero ésta en las
letras: sor Juana Inés de la Cruz. El arzobispo de Puebla, queriendo recibir
con pompa y circunstancia a dicho virrey encarga al Convento de Santa Rosa la
elaboración de un platillo autóctono de especial calidad.
La
encomienda fue a parar a las manos de sor Andrea de la Asunción, quien
seleccionó el mole para crear su receta mestiza, sin duda alguna para adaptar
el guiso a la sazón y gusto del recién desembarcado virrey y de su esposa.
Otros
la atribuyen a fray Pascual, quien dicen, la creó para otro virrey, el obispo
Palafox.
Nosotros
preferimos creer, por ser más acorde con la tradición culinaria mexicana, que
la receta del mole mestizo fue creado por las angelicales manos de una mujer,
porque hay que recordar que desde la época prehispánica la mujer y sólo la
mujer, ha sido la gran protagonista en la tradición gastronómica de México.
Ahora
bien, nadie duda que el mole es el platillo nacional por excelencia,
protagonista de todas las mesas mexicanas, de las pobres y las ricas; de las
selectas y las populares; de la alta cocina o de la cotidiana. Esto explica por
qué hay tantos moles como regiones del país. Pero hay que enfatizar que todas
las variedades conservan ciertas características fundamentales. Para decirlo en
frase común: “todo mole es mole”.
MOLE POBLANO
Ingredientes
originales de las monjas de Santa Clara, Santa Mónica y Santa Teresa de Puebla,
Puebla.
|
MONJAS DE SANTA
CLARA
|
MONJAS DE SANTA
MONICA
|
MONJAS DE SANTA
TERESA
|
Guajolote
|
uno de 6 kilos
|
1/2 guajolote o 3 pollos chicos
|
uno de 5 a 7 kilos
|
chile chipotle
|
6 piezas
|
—
|
8 piezas
|
chile ancho
|
12 piezas
|
20 gramos
|
125 gramos
|
chile mulato
|
1 kilo
|
120 gramos
|
1 kilo
|
chile pasilla
|
125 gramos
|
—
|
100 gramos
|
almendras
|
500 gramos
|
60 gramos
|
100 gramos
|
ajonjolí
|
5 cucharadas
|
12 gramos
|
1/2 taza
|
jitomate
|
4 piezas
|
2 piezas
|
500 gramos
|
pasas
|
500 gramos
|
—
|
—
|
ajo asado
|
1 cabeza
|
5 dientes
|
1 cabeza
|
pepitas de chile
|
—
|
—
|
1/2 taza
|
canela
|
50 gramos
|
1 raja
|
50 gramos
|
anís
|
2 cucharadas
|
—
|
2 cucharadas
|
pimienta
|
1 cucharada
|
1 cucharada
|
25 gramos
|
clavo de olor
|
—
|
1 cucharada
|
25 gramos
|
cebolla
|
—
|
1 chica
|
—
|
semillas de cilantro
|
1 cucharada
|
1 cucharada
|
2 cucharadas
|
pan frito dorado
|
4 rebanadas
|
2 rebanadas
|
—
|
tortilla frita
|
una
|
—
|
—
|
tablillas de
chocolate
|
seis
|
—
|
—
|
azúcar
|
al gusto
|
—
|
—
|
sal
|
al gusto
|
—
|
—
|
bizcocho en polvo
|
—
|
—
|
4 cucharadas
|
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