ODONTOLOGIA PREHISPANICA EN MESOAMERICA
Guillermo Mata Amado
1. No
se sabe con certeza con qué propósito además del decorativo se efectuaban los
tratamientos dentales.
2. No
se han encontrado los instrumentos utilizados para efectuar esos tratamientos
operatorios (barrenos, brocas, limas, etc.)
3. No
se han encontrado representaciones del acto de efectuar los tratamientos, ni en
murales, códices o vasijas policromadas, ni en esculturas de piedra (con una
sola excepción que se comentará más adelante).
Por lo tanto, sólo se puede especular y
formular supuestos sobre los instrumentos y técnicas utilizados, las posiciones
en que se colocaba al sujeto a quien se le efectuaba el tratamiento y la del o
de los operadores que efectuaban el tratamiento.
Lo que sí se sabe por evidencia clínica
científica es que los tratamientos no fueron efectuados con fines curativos o
terapéuticos, ya que se ejecutaron en la superficie de un diente sano.
¿POR QUÉ SE EFECTUABAN LOS TRATAMIENTOS DENTALES?
En un principio se pensó y algunos
investigadores así lo sostienen, que los tratamientos dentales eran un símbolo
de status jerárquico o dignatario de los gobernantes o sacerdotes, pero la
evidencia de múltiples hallazgos en entierros comunes no confirma esta
hipótesis. Por ejemplo, el gobernante Pacal,de Palenque, no tenía más que dos
dientes con desgaste selectivo, pero los acompañantes encontrados fuera del
sarcófago tenían cavidades que se supone contenían incrustaciones (Fastlich
1971). En los reportes de excavaciones en las tumbas reales de Tikal, no se
menciona el hallazgo de tratamientos en los restos óseos dentales. Otras
investigaciones en complejos habitacionales de gente común, han encontrado
mayor frecuencia de restos óseos con tratamientos dentales en entierros pobres,
lo que permite afirmar que esta práctica no era un signo de status superior
(Laporte, comunicación personal).
El análisis permite que surjan distintos
argumentos. Como es lógico, se han encontrado muchos más entierros pobres o
comunes que ricos; además hay que considerar que el hecho que una persona
hubiera sido enterrada pobremente no quiere decir que en alguna época de su
vida no hubiese pertenecido a las altas esferas de la escala social y que al
morir formara parte de los estratos populares. Por su parte, Sahagún dice:
"que los chalchihuites (piedras verdes, jadeíta) úsanlas mucho los
principales, es señal de que es persona noble el que la trae" y reafirma
"a los maseguales no les es lícito traerla" (Sahagún 1956). Estos pocos
ejemplos permiten mostrar que no hay una opinión unificada, ni pruebas para
determinar a qué categoría social pertenecían las personas cuyos restos óseos
presentan tratamientos del tipo incrustación. Sobre desgastes selectivos hay
aún menos datos.
Hoy en día, es posible observar obturaciones
de oro en los dientes sanos anteriores en personas de grupos étnicos
nacionales. Se aprecian diferentes formas: corona total, filete alrededor del
diente o sólo en una esquina; incrustaciones en forma de estrella, corazón u
otras, con el fin de llamar la atención. Según entrevistas del autor, el
enseñar una decoración en los dientes es signo de prosperidad.
Volviendo al pasado, si los tratamientos
dentales, sobre todo los del tipo incrustaciones, no eran un signo de status
social alto, ¿qué otra motivación tendrían? Para tratar de contestar esta
pregunta, se han propuesto varias hipótesis:
1. Eran
una clase de condecoración por servicios especiales, como muestra de valor ya
que el procedimiento para efectuar los cortes en los dientes era seguramente
muy doloroso y con riesgos posteriores para la salud en general.
2. Como demostración
de que el
portador había visitado algún lugar de suma importancia o
sagrado.
3. Se
ha pensado que los tratamientos dentales, sobre todo las incrustaciones, fueran
portadas por los acompañantes de los gobernantes como un talismán contra los
malos espíritus.
Otra posibilidad es que los tratamientos
dentales tuvieran relación con ritos de auto sacrificio o sacrificio previo a
ceremonias especiales. A este respecto, muchos de los auto sacrificios o ritos
de esta índole están representados en esculturas de piedra, tales como el
dintel 17 de Yaxchilan que representa a la señora Balam-Ix traspasando un lazo
por una perforación en su lengua para la extracción de sangre como ofrenda; el
dintel 24 en el que la esposa de Jaguar Escudo, la señora Xoc, se está
traspasando la lengua con una cuerda que tiene espinas con el consecuente
sangramiento como ofrenda; y el dintel 2 de La Pasadita en el que el gobernante
Pájaro Jaguar se somete a una perforación de pene para ofrecer sangre como
sacrificio. En vasos policromados con escenas pintadas, como el del Kimbell Art
Museum y otro en el Museo de la Universidad de Pennsylvania, se muestran
sacrificios de sangre por perforación de pene (Schele y Miller 1986). Así
también en los murales de Bonampak, para sólo mencionar algunos. Sin embargo,
no hay ninguna representación sobre el trabajo en dientes.
El único ejemplo, citado por todos los
autores (Romero 1958; Fastlich 1971; Cifuentes 1963 y otros), es un pequeño
dibujo encontrado en Tepantitla, Teotihuacan, el cual forma parte del mural
conocido como El Paraíso Teotihuacano o de La Ciencia Médica (Figura 1);
representa a una persona humana inclinada con los dos brazos rectos y las manos
apoyadas en el suelo y la piernas dobladas en una posición parecida a la que
adopta un animal al sentarse sobre su parte posterior.
Enfrente hay otra persona que está
introduciendo o sacando un objeto parecido a una navaja prehispánica de la boca
del personaje encuclillado. Los dos personajes están vestidos únicamente con un
taparrabo. Ni la vestidura ni la posición parecen dignas de un gran personaje;
por otra parte, con ese instrumento únicamente se podría tratar de efectuar un
desgaste selectivo. En opinión personal del autor de esta ponencia, la figura
no representa el momento operatorio de efectuar una intervención dental.
¿QUÉ INSTRUMENTOS SE EMPLEABAN PARA LOS TRATAMIENTOS?
En los reportes de las excavaciones
arqueológicas en las que se han encontrado restos óseos y tratamientos
dentales, nunca se ha reportado el hallazgo de instrumentos u objetos que
pudieran haber servido para la aplicación de los tratamientos dentales. Tampoco
en los informes de objetos misceláneos recobrados en excavaciones aparece nada
que pareciera haber servido para efectuar dichos tratamientos. Queda la
incógnita de que posiblemente en esas épocas dominaran una tecnología no
descubierta hasta la fecha, lo cual representaría que todas las investigaciones
actuales estuviesen equivocadas desde su principio.
POSIBLES INSTRUMENTOS USADOS
Los instrumentos usados para hacer los
desgastes selectivos pueden haber sido como limas de piedras duras, por lo que
algunos autores han llamado limado a este procedimiento que por medio de un
frotamiento continuo desgasta la parte deseada. Ese tipo de desgaste también se
pudo haber efectuado por medio de correas de cuero o pitas que junto con un
abrasivo ejecutaban el desgaste. En algunos casos, los desgastes pudieran ser
consecuencia de un hábito de utilizar los dientes para algún tipo de trabajo.
Para explicar el procedimiento de la
perforación de las caras anteriores de los dientes, hasta el momento sólo se
pueden externar hipótesis de las técnicas y los instrumentos que pudieron haber
sido utilizados:
1. El
barreno en cruz o de presión (Holmes 1919; Knoblock 1939; Orchard 1975), poco
mencionado por otros autores, pero que era un instrumento utilizado por grupos
étnicos de esa época y utilizado hoy en día por los artesanos guatemaltecos
trabajadores del bronce en Chiantla y en algunas regiones de Petén.
2. El
barreno de arco, mencionado por casi todos los autores (Figura 2).
Además, es posible que se haya usado algún otro
tipo de barreno no definido, utilizado para impulsar y hacer girar un eje que
terminara en una broca cilíndrica o tubular (ya que la huella o cavidad
producida por esta broca es circular, con un diámetro de entre 2.5 a 6 mm en el
nicho abierto para colocar y pegar la incrustación). La broca no debe de haber
sido de un largo mayor de 5 cm pues más larga se habría fracturado por la gran
fuerza que había que ejercer para que efectuara su trabajo.
Para algunos investigadores, el material de
la broca propiamente dicho, era duro como la jadeíta o algunos tipos de basalto
o pedernal y en la forma requerida: cilíndrica o tubular; se descarta la
obsidiana que a pesar de ser muy dura es quebradiza. El área de trabajo de la
broca debió haber sido lubricada con alguna pasta abrasiva a base de polvo de
cuarzo o con arenas abrasivas, para facilitar su operación.
Algunos investigadores han logrado perforar
hueso con este tipo de brocas (Knoblock 1939). En las pruebas que para el
efecto hemos realizado sobre la superficie de los dientes, no ha sido posible
perforar el esmalte con brocas fabricadas con estos materiales rígidos porque
se resbalan al principiar a trabajar,
debido a que
las dos superficies,
la del diente
y la de la broca,
son muy duras.
Otros investigadores han experimentado con éxito (Gwinnet y Gorelick
1979) con brocas de maderas duras como el guayacán, abeto y otras. Según sus
informes, agregándoles un polvo abrasivo seco, hecho a base de cuarzo o arenas
duras volcánicas, han logrado perforar el esmalte. La broca tuvo que estar
adosada a un eje, el cual, a su vez, era el elemento que los barrenos hacían
girar en un movimiento de vaivén.
El esmalte dental es el tejido más duro del
organismo con una dureza en la escala de Moss de 5 (Aprile, Figun y Garino
1971; Mata 1993). La perforación del esmalte de un diente es un procedimiento
difícil y delicado pues al principiar el trabajo la broca se resbala.
La dificultad puede verse, por ejemplo,
cuando se quiere perforar una superficie dura como la de un azulejo: al iniciar
el trabajo la broca se resbala hasta que se logra hacer una pequeña perforación
que sirva de guía para poder principiar a perforar correctamente (y eso pasa
sobre un objeto como un azulejo en el cual hay un buen campo de trabajo y el
riesgo de lesionar a una persona no existe). Si se trata de perforar un
diente y se
resbala la broca,
las consecuencias de
herir pueden ser
muy graves, dependiendo de la
posición en que se encontrara la persona a la cual se le estaba trabajando y la
presión que se estuviese aplicando en ese momento.
Para
poder perforar el
esmalte sano, los
odontólogos modernos utilizan
en la actualidad barrenos (turbinas) de alta
velocidad 400 rpm y brocas llamadas fresas de diamante, pero el proceso es
delicado y difícil. La perforación del esmalte sano no se logró en la cultura
occidental, sino hasta el siglo XVII cuando un dentista francés lo logró
después de mucho esfuerzo.
¿CÓMO SE FACILITABA LA PERFORACIÓN?
Para tratar de resolver hipotéticamente el
problema de la perforación de una cavidad propongo teóricamente los siguientes
conceptos sobre los cuales estoy experimentando: el primero es que los
operadores fabricaran una guía orientadora (Figura 3) que tendría la forma de
una banda de entre 2 cm y 3 cm de ancho por 0.5 cm de grueso y con una
extensión de entre 6 y 8 cm, hecha de madera u otro material fácil de trabajar
y que se ajustara perfectamente a la superficie de los dientes que serían
trabajados. Esta guía orientadora tendría unos agujeros que corresponderían a
las cavidades que se prepararían para recibir incrustaciones. La función de la
guía orientadora sería limitar y orientar la broca correctamente para que no
resbalara al estar perforando el diente. Además garantizaría que la broca
estuviera perpendicular a la superficie del diente a perforar. En todas las
incrustaciones y cavidades estudiadas nunca se ha encontrado una que no
estuviera perpendicular a la superficie tratada.
El segundo planteamiento es que los
operadores debieron conocer y utilizar alguna substancia de un alto grado de
acidez, de la cual colocaban una gota sobre la superficie del esmalte del
diente, cuya composición es 95% de materia inorgánica, para desmineralizarlo
facilitando posteriormente el inicio de la perforación. El resto del diente y
los tejidos vecinos pudo haber estado protegido por medio de la misma guía
orientadora, ajustada con alguna substancia como cera de abejas, por ejemplo.
Si algún día se llegara a comprobar esta hipótesis el problema de la
perforación de la gran dureza del esmalte estaría parcialmente resuelto. Todas
estas hipótesis están siendo estudiadas, pero reconocemos que son únicamente
teorías y que en cualquier momento puede aparecer un descubrimiento que las
descarte totalmente.
MATERIALES USADOS PARA LAS INCRUSTACIONES
Los materiales más vistosos usados para las
incrustaciones son indiscutiblemente la jadeíta, con sus variantes de tonos
verdes y la serpentina, con un color también verde con vetas blancas y que se
puede confundir con la jadeíta.
También
son muy frecuentes: la hematita de un color café obscuro rojizo, y la pirita de
hierro, que en los hallazgos tiene un color casi negro debido a oxidación, pero
que cuando se colocó debió tener un color plateado brillante. Además, hay pocos
ejemplares de incrustaciones de obsidiana. En el área norte de Mesoamérica, se
encuentran incrustaciones de turquesa muy vistosas como las encontradas en la
isla de Jaina, Campeche, México. Así también, hay sólo unos cuantos dientes
obturados con una pasta roja no determinada.
El trabajo de corte y preparación del
material para hacer las incrustaciones fue ejecutado a la perfección por
lapidarios expertos o por el mismo operador (dentista) ya que su ajuste es casi
siempre perfecto con relación a la cavidad. La superficie de las incrustaciones
varía: puede ser plana, convexa o aun cabujona (redonda) en su cara externa; en
algunos casos, muestra bisel en todo su margen externo y siempre dicha cara
altamente pulida. En algunos casos, las incrustaciones en los dientes eran
todas del mismo material, en otros estaban combinadas. Cuando se colocaban
varias incrustaciones en un mismo diente, también podían ser del mismo material
o combinadas. En el ejemplo explicado en la Fig.4, se puede notar que los seis
dientes anteriores superiores tienen incrustaciones de jadeíta, los tres
centrales inferiores también tienen jadeíta, pero los caninos inferiores y las
primeras premolares presentan incrustaciones de obsidiana.
Pegamentos usados para fijar la incrustación en su lugar
Los pegamentos usados para fijar las
incrustaciones tienen que haber sido de muy alta calidad, muchos de los dientes
encontrados con incrustaciones han estado enterrados durante más de mil años en
condiciones no favorables y aún se encuentran adheridos en su lugar.
Se han efectuado estudios al respecto, entre
ellos los solicitados por Fastlich a diferentes laboratorios, como
el Pacific Spectro
Chemical Laboratory de Los Angeles,
California, y el Massachussetts Institute of Tecnología,
para hacer exámenes cuantitativos y cualitativos; así como al Laboratorio del
Ministerio de Tecnología de Londres para un examen por difracción de rayos X.
En todos los análisis trabajaron químicos y especialistas connotados que
llegaron a la conclusión que los pegamentos contienen compuestos parecidos a
los fosfatos de calcio insoluble, con presencia de sílices y restos
de minerales no
significativos; y, posiblemente,
del polvo que
se originó al
efectuar la perforación (Linné
1950; Fastlich 1951, 1971).
No ha sido posible determinar el aglutinante
mezclado con estos materiales pues pasó a ser parte del pegamento al
endurecerse éste. Se ha investigado que podía ser una resina proveniente de las
orquídeas Tzacuhtli.
POSIBLES CONSECUENCIAS PATOLÓGICAS DE LOS
TRATAMIENTOS DENTALES
Para considerar las posibles consecuencias de
los tratamientos dentales hay que tener en cuenta los efectos patológicos que
pudieron haber resultado como consecuencia de tratamientos inadecuados o de que
los operadores se excedieran en las preparaciones o en la profundidad o exceso
de irritación a la cámara pulpar del diente tratado.
Cualquiera de éstos podría resultar en
inflamación y degeneración del tejido pulpar que se encuentra en todos los
dientes y producir periodos de gran dolor alternados con épocas sin dolor,
hasta que se formara un absceso con graves consecuencias de hinchazón de las
regiones cercanas al o los dientes afectados: los labios, las mejillas o aun
toda la cara poniendo en peligro la vida del paciente. El proceso se resolvería
con la aparición de una fístula llamada comúnmente postemía, por la cual se
evacuarían pus y sangre aliviando los síntomas por disminución de presión.
Esto
contribuiría a desaparecer las molestias por un tiempo, pero el proceso
infeccioso se debió haber repetido frecuentemente, ya
que los hallazgos
de maxilares con
evidencia de secuelas
de abscesos revelan que la patología pulpar, aparentemente, no fue
tratada. Todos estos procesos infecciosos eran acompañados de gran dolor y
malestar general y en casos severos hasta podían provocar la muerte.
La evidencia de ello se puede observar en la
Figura 4 que muestra un maxilar superior con sus seis dientes
anteriores con incrustaciones y
el maxilar inferior
con incrustaciones en
los dientes anteriores y las
primeras premolares. En la parte del hueso que corresponde a la punta o a las
raíces o ápice de los dientes tratados, se observan agujeros que fueron
producidos por los procesos patológicos prolongados de esos dientes, que
destrozaron el hueso vecino a la punta de las raíces de los dientes. Este caso
sirve para evidenciar que los tratamientos fueron efectuados en vida de la
persona y que ésta vivió varios años con problemas de intensos dolores,
hinchazón de la cara y áreas vecinas, una bacteremia constante y en casos
severos la muerte (Mata 1993). Todos estos casos de patología pulpar se han
podido comprobar por medio de radiografías tomadas a los ejemplares (Fastlich
1947). Si éste era un riesgo que se corría con frecuencia, una vez más nos
preguntamos ¿cuál era la motivación para someterse a estos tratamientos?
CLASIFICACIONES DE GRUPOS Y ESTILOS
Los desgastes selectivos y las incrustaciones
se realizaban únicamente en los dientes anteriores (centrales, laterales y
caninos), tanto del maxilar superior como inferior y en poquísimos casos en
premolares. Se realizaban en la cara labial de estos dientes (la superficie de
los dientes que da hacia los labios) y que es la más visible.
Se han elaborado varias clasificaciones de
grupos y estilos de tratamientos dentales (Saville 1913, 1948; Whittlesey 1935;
Rubín de la Borbolla 1940; Weinberger 1948; Romero 1958). Este último fue
ampliando su clasificación que es la más conocida y didáctica hasta completar
su última versión en 1982 (publicada en 1986; Figura 5). En ella presenta todos
los grupos y estilos de trabajos dentales descubiertos hasta esa fecha.
En esta ponencia se presenta la clasificación
de Romero de 1982 agregándole estilos que han aparecido en Guatemala y que él
no clasificó (vea Gráfica con clasificación) como son: estilo D-11, diente con
esgrafiados geométricos en su cara labial (Pijoan y Salas 1984); estilo E-7,
incrustación en cara bucal de primera premolar inferior (Romero 1986; Coe 1959;
Mata 1993); estilo E-1-1, incrustación en cara proximal que es modificación del
estilo E-1; estilo E-6, cuatro incrustaciones en la cara labial; estilo G-16,
tres incrustaciones en cara labial y desgaste selectivo en los dos ángulos,
combinación de los estilos C-3 y E-1 (Mata 1993); estilo G-17, el diente con
más trabajo encontrado hasta la fecha, muestra tres incrustaciones in situ, una
cavidad vacía que perdió su incrustación y un desgaste selectivo en su cara
lateral, combinación de los estilos E-6 más B-5 (López 1992). En otras
publicaciones se encuentran las descripciones de los grupos y estilos (ver
Figura 6; Romero 1986).
APRECIACIONES GENERALES
Con estas explicaciones e hipótesis
formuladas por un odontólogo se espera contribuir a que se aclare y comprenda
un poco más el panorama con respecto a tratamientos dentales en Mesoamérica.
Tratamientos realmente increíbles para su época. Se puede afirmar con certeza
que el procedimiento de desgastes selectivos (mutilaciones) se desarrolló en
otras culturas contemporáneas en América (Linné 1940) diferentes a las
mesoamericanas, pero la preparación de cavidades milimétricas con el fin de
colocar una incrustación no ha sido descubierta en ninguna otra cultura.
Como ha sido publicado en varias artículos,
los tratamientos más antiguos son los de desgastes selectivos que aparecen al
final del Preclásico Temprano, pero muy próximo a ellos, en el Preclásico
Medio,
se comenzaron a efectuar cavidades para colocar incrustaciones con el estilo
E-1, como en el caso del diente de Nakbe (Mata y Hansen 1992).
La importancia debió ser significativa ya que
en varias piezas de cerámica se pueden observar los dientes de las
representaciones de figuras humanas con diferentes tipos de tratamientos
dentales.
Frecuentemente, se encuentra la
representación del Dios Solar IX con sus dos dientes centrales superiores desgastados
para darle la forma como se le conoce (Blom et al. 1933). También se observan
modificaciones dentales en algunas esculturas de piedra, como en la figura
zoomorfa que se encuentra frente a la Estela D, en Copán, la cual tiene los
dientes laterales con desgaste selectivo tipo B.
La ponencia fue ilustrada con múltiples
diapositivas para mostrar los diferentes estilos de tratamiento y la variedad
de materiales usados para hacer las incrustaciones: jadeíta, pirita de hierro,
hematita, unos pocos ejemplares de obsidiana y un par de casos obturados con
una pasta roja no determinada. Además, se demostraron los usos del barreno de
arco, el barreno de presión o cruz y el uso del implemento o guía orientadora.
La
presente ponencia tiene como tema la actualización de conceptos sobre las
motivaciones, técnicas y propósitos de la odontología prehispánica en
Mesoamérica. Tratamientos mal llamados mutilaciones dentarias por varios
autores (Rubín de la Borbolla 1940; Steward 1945; Agrinier 1962; Romero 1958,
1965, 1986; Fastlich 1947, 1976; Cifuentes 1963 y otros) en sus publicaciones,
cuando en realidad se trata de trabajos profesionales de desgastes selectivos e
incrustaciones y no una acción violenta de mutilación. Esta actualización está
basada en los conocimientos y teorías desarrolladas hasta 1993.
Diferentes investigadores (Linné 1940, 1948 y
1950; Romero 1958, 1959, 1965 y 1986; Fastlich 1948, 1963, 1971 y 1976;
Cifuentes 1963; Mata 1989, 1993; entre otros) han abordado el tema en sus
estudios, investigaciones y
publicaciones. Se cuenta
también con la
contribución que las
nuevas técnicas de investigación y los aparatos de alta tecnología en
diferentes disciplinas han aportado en la última década del siglo XX. Sin
embargo, todavía no ha sido posible entender el cómo y por qué de estos
tratamientos dentales; y aún permanecen sin respuestas susceptibles de
verificación muchas de las incógnitas que presentan, entre ellas:
Figura 1 Fragmento del fresco de Tepantitlan, Teotihuacán
Figura 2 Dibujo del barreno de presión o en cruz y del barreno en arco
con sus componentes
Figura 3 Guía orientadora en relación a los dientes y a la broca
perforadora
Figura 4 Dibujo de maxilares con incrustaciones
Figura 5 Clasificación de grupos y estilos presentada por J. Romero
(1986), con modificaciones
Figura 6 Ejemplos de diferentes estilos de incrustaciones y
combinaciones
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