ESPLENDOR Y GRANDEZA DE LA COCINA MEXICANA SEBASTIÁN VERTÍ parte4
LA
COMIDA PREHISPÁNICA
El
arte de la gastronomía se inicia a partir del momento en que se contó con el
empleo del fuego. La mayoría de las recetas que conocemos actualmente, fueron
transmitidas en forma oral. No sabemos a quién se le ocurrió por vez primera
preparar una salsa, cuándo se elaboró la primera tortilla. En fin, gracias a la
necesidad, en primer lugar, y al ingenio y dedicación, principalmente femenino,
contamos hoy con un incalculable número de recetas prehispánicas. Antes de la
llegada de los conquistadores, los mexicas tenían una alimentación equilibrada
y muy diversa. Se ha dicho que era un pueblo subalimentado porque su dieta
carecía de productos lácteos y de carne al estilo europeo. Esta teoría ha sido
refutada. Gracias a los conocimientos actuales, hoy sabemos que una combinación
de alimentos basada en maíz, frijol y amaranto produce suficientes aminoácidos
para una buena nutrición. La tortilla es superior en nutrientes al pan blanco,
pues el tratamiento del maíz con la cal y calor (nixtamalización) es un proceso
fundamental para mejorar el valor nutritivo del grano. Este procedimiento
incorpora el calcio —tan necesario y que suele faltar en la dieta humana— así
como aumenta el hierro asimilable. El número de platillos que se preparan con
base a maíz es extenso, citaremos algunos: tortillas, tlacoyos, tamales,
pozole, dobladas, pinole, etcétera.
Por
otro lado, el pueblo mexica consumía proteínas de origen animal de diversas
especies, tanto a través de caza como de la pesca y de animales domésticos.
Citaremos entre los primeros: armadillo, jabalí, tlacuache, liebre, conejo,
tuza; de la pesca en lagos y lagunas de agua dulce o salada obtenían: pescados,
ranas, ajolotes, tortugas, camarones, acociles; entre los domésticos:
guajolotes e itzcuintles. Se alimentaban también de insectos comestibles y de
la hueva de un mosco lacustre denominado ahuautli, considerado el caviar
mexicano. Asimismo, consumían el teocuitlatl o alga espirulina, muy rica en
proteínas. Esta planta flotaba en el agua, de donde la recogían, dejándola
secar para luego agregarla a diferentes platillos.
Preparaban
sus alimentos en forma variada: asados, hervidos, a vapor, o como lo que hoy
conocemos como barbacoa, por cocción en un hoyo en la tierra. Utilizaban poca
grasa, la que obtenían del jabalí o del guajolote.
En
una buena dieta no podían faltar los vegetales y las frutas, fuente de
vitaminas y minerales. Entre los primeros mencionaremos los quelites,
calabacitas, nopales, huazontles, xoconocKtíes, chilacayotes, chayotes, hongos,
huitlacoche, flor de calabaza, flor de izote, de maguey y muchos más. Entre las
frutas: zapote, mamey, tuna, aguacate, piña, guayaba, ciruela silvestre,
capulín, chirimoya, guanábana, tejocote, jícama. Para aderezar, aromatizar o
condimentar las comidas utilizaban: achiote, vainilla, miel de abeja, miel de
maguey, hoja santa, epazote, cilantro, chilli, etcétera.
Es
necesario mencionar muy especialmente el cacao, el maguey, el chile y el
huautle.
El
cacao era tan apreciado que también se utilizaba como moneda. Al preparárselo
en forma de bebida —frío o caliente— era primeramente tostado y molido con
maíz, posteriormente disuelto en agua y endulzado con miel; se perfumaba con
vainilla, era batido con un molinillo o vertido en jícaras desde lo alto para
que espumase.
La
palabra maguey pertenece al género agave, voz latina que significa admirable.
De este vegetal todo se aprovecha. De él obtenían una bebida llamada octli, a
la que posteriormente se le conoció como pulque, consumido tanto en la vida
diaria como en las festividades religiosas. Con la cutícula se preparan los
mixiotes. Con la fibra de la penca se elaboran tejidos y mecates. En esta
planta se crían gusanos (blancos con la parte inferior del tronco roja) que son
también muy alimenticios. La piña del maguey y la parte gruesa de las pencas
pueden ser horneadas, resultando así un dulce muy sabroso llamado mezcal.
El
chile, indispensable en la elaboración de muchos platillos, se puede consumir
fresco o seco y hay una variedad muy grande: poblano, cuaresmeño, verde,
chilaca, pasilla, ancho, mulato, chipotle, árbol, guajillo, piquín, etcétera.
Utilizado con moderación es buen estimulante del apetito y además contiene
vitamina K y ácido ascórbico.
La
semilla de huautle o amaranto era tostada y mezclada con miel. Con esta pasta
formaban figuras (tzoalli) que eran consumidas en algunas festividades
religiosas y son las que actualmente se conocen con el nombre de alegrías. El
amaranto se utiliza para la preparación de diversos platillos como galletas,
atole y dulces en general.
Como
vemos, la alimentación en el México prehispánico era equilibrada, buscaban
siempre la armonía entre platos fríos y calientes, comían dos veces por día,
sin exceso, guardando un profundo respeto y silencio, evitando cualquier
desavenencia. La variedad de platillos era muy extensa y algunos todavía
existen.
EL PORQUÉ DE LA
TRADICIÓN DE COMER UN PLATILLO DIFERENTE Y ESPECIAL EN LAS FIESTAS DE LOS
MEXICANOS
El
cronista fray Diego Durán dice al describir las fiestas que a lo largo de un
año celebraban en Tenochtitlán:
“Esto
de comer diferentes comidas en sus fiestas era rito y ceremonia de diferenciar
los manjares y comer en cada fiesta un manjar nuevo, el cual aquella fiesta
permitía comer”.
Manjares
que ofrendaban a sus dioses.
GLOSARIO BÁSICO DE LA
ALIMENTACIÓN MEXICA
ACOCILES
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Del
náhuatl acocilli. Son una especie de camarones muy pequeños, de agua dulce.
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ACHIOTE
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Condimento
que se obtiene al macerar y moler las semillas del fruto de ese nombre.
Además de utilizarse como condimento, se usa para teñir de rojo.
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AHUAUTU
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Huevecillos
blancuscos de mosco lacustre. Del náhuatl A: raíz de atí —agua y huautli—
bledo, literalmente: bledos de agua.
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AMINOÁCIDOS
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Compuestos
orgánicos que constituyen la estructura primaria de las proteínas.
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CAPULÍN
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Del
náhuatl capollin. Fruto pequeño de color oscuro, se come fresco y en
conserva. Es parecido a la cereza.
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CUTÍCULA
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La
cutícula del maguey se saca del centro de la planta, es una tela muy delgada
de color blanco que en la época prehispánica se utilizaba como papel para
escribir o pintar. Sirve para envolver carne previamente adobada y cocida al
vapor, platillo al que se denomina mixiote.
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CHAYÓTE
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Del
náhuatl chayotli. Fruto con forma de pera, de pulpa dulce, blanda y aguañosa,
su cáscara es fuerte. Según la variedad puede ser lisa o con espinas.
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CHIRIMOYA
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Fruto
acorazonado, verdoso con semillas negras cuya pulpa blanca es de sabor dulce
muy agradable.
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GUANÁBANA
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Fruto
muy parecido a la chirimoya.
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ÍTZCUlNTLl
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Perro
pelón al que se cebaba para comerlo en diferentes formas.
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JICARA
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Del
náhuatl xicalli. Utensilio hecho de la corteza del fruto de la güira.
Significa cuenco vegetal y sirve a manera de plato, taza o medida.
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MAGUEY
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VOZ
latina que significa admirable. Planta de hojas largas y espinosas. Del
centro de la planta se extrae el aguamiel, el que cuando se fermenta se
convierte en pulque. Los gusanos que se crían en él son muy apreciados. Con
las hojas se envuelve carne para prepararla en barbacoa y con la cutícula se
preparan los mixiotes. Con la fibra se fabrican costales, ayates, bolsas,
etcétera.
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MECATE
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Cuerda
hecha con la fibra del maguey.
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MEZCAL
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Aguardiente
elaborado con el agave, otra especie de maguey.
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OCTLI
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Nombre
con el que los antiguos mexicanos denominaban a la bebida que sacaban del
maguey y a la que posteriormente se le llamó pulque.
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PENCA
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Hoja
carnosa de algunas plantas como el nopal y el maguey.
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PULQUE
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Bebida
fermentada extraída del maguey.
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TLACOYO
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Tortilla
algo gruesa y alargada rellena de frijoles.
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XOCONOCTHLI
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Voz
náhuatl que significa tuna agria.
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LA MESA IMPERIAL DE
MOCTEZUMA
Para
algunas personas puede resultar extraño que hablemos de una Cocina Imperial
Azteca, referencia a una gastronomía selecta, muy refinada y variada. Pero no
se trata de una simple metáfora, sino de una realidad histórica. Suele tenerse
la visión equivocada de que la cocina prehispánica estaba reducida al maíz,
frijol y chile. Algunos antropólogos han llegado a considerarla la trilogía de
los hábitos alimentarios de nuestros ancestros indígenas, pero afortunadamente
no fue así. Ciertamente son tres elementos usuales, pero de ninguna manera los
únicos que utilizaban cotidianamente las grandes cocineras indígenas, creadoras
de la grandiosa Cocina Mexicana.
Bastará
recordar el gran asombro con el cual los conquistadores españoles describieron
los mercados indígenas de Tlaxcala, de Chalco, Puebla y, finalmente, el de
Tlatelolco. Hernán Cortés en su Segunda Carta de Relación al emperador Carlos V
también Bernal Díaz del Castillo, fray Francisco de Aguilary, sobre todo, fray
Bernardino de Sahagún, todos ellos testigos de primera mano que visitaron los
famosos tianguis de los reinos indígenas.
Con
base a lo que dicen Hernán Cortés y fray Bernardino de Sahagún, mencionaremos
algunas de las mercancías que allí se vendían. Existía en los antiguos mercados
indígenas una calle dedicada exclusivamente a la venta de todos los linajes de
aves, bien fueran de caza o domésticos: guajolotes o gallos de papada,
gallinas, perdices, codornices, lavancos, dorales, garcetas, tórtolas, palomas,
pajarillos en cañuelas, papagayos, águilas, halcones, gavilanes, cernícalos y
patos.
En
otro apartado del mercado se vendían cuadrúpedos: conejos, liebres, venados y
perros pequeños que criaban para comer castrados, armadillos, monos arañas y
mapaches y en otra calle más se expendían pescado fresco, salado y cocido,
ajolotes, caracoles, camarones y toda clase de mariscos.
Entre
los alimentos vegetales figuraban verduras: nopales, jitomates, quelites,
tomates, huitlacoche, calabazas, ejotes, hongos, setas, chayote, huazontles,
aguacate, izote o yuca, xoconochtli; frutas: papaya, tuna, mamey, piña,
guanábana, chirimoya, capulines, ciruela silvestre, zapote negro, blanco,
amarillo, chicozapote, nanche, guayaba, pitahaya, tejocote; tubérculos: camote,
papa, raíz de chayote, jícama; frijoles, maíz y sus derivados: tortillas,
tlacoyos, totopos, pozole, dobladas, pinole, tamales, atole, palomitas; chiles
verdes o secos ancho, pasilla, mulato, guajillo, monta, de árbol, Catarina,
piquín, poblano, habanero, verdes; bebidas: chocolate, agua miel, pulque, aguas
de frutas, atoles endulzados con mieles y perfumados con vainilla; dulces:
palanquetas de semilla de calabaza y de cacahuate; pinole (a partir del grano
de maíz), palomitas, mieles de caña de maíz, mieles mezcladas con semillas de
amaranto, mieles de avispa y de colmena, miel de maguey, miel de tuna,
biznagas, mezcal, camote asado.
Esto
fue lo que hizo exclamar a Hernán Cortés que nuestros mercados eran superiores
a los de Oriente y a los de la misma Constantinopla; éstas eran las mercancías
que estaban a la mano y al alcance de los habitantes de la Gran Tenochtitlán,
mercancías que dieron origen a la cocina azteca la cual culmina en la riqueza y
variedad de la Mesa Imperial de Moctezuma.
Con
estos antecedentes entraremos ya a la Cocina Imperial Azteca, la cual conocemos
a través de las descripciones que los cronistas ya mencionados hacen de la Mesa
de Moctezuma. Si le llamamos Cocina Imperial Azteca, es porque no solamente su
confección, variedad y gusto eran exquisitos; sino que la ceremonia de servicio
era de lo más refinado y elegante, requisito para que una cocina pueda ser
considerada como auténticamente Imperial siempre superior a la Regia.
Cabe
mencionar, además, que Moctezuma II es descrito como un hombre fuerte de
carácter y culto, inteligente, carismático y con profundo sentido religioso. De
ahí que su personalidad se hubiera reflejado también en la forma de comer. Fue
él el autor de un rígido ritual culinario.
Escuchemos
lo que Bernal Díaz del Castillo nos dice al respecto:
“Volvamos
a la manera que tenía en su servicio al tiempo de comer: Que si hacía frío
teníanle hecha mucha lumbre de ascuas (brasa roja) de una leña de cortezas de
árboles que no hacían humo y el olor de las cortezas de que de allí se hacían
aquellas ascuas —eran muy olorosas, y por que no le diesen más calor de lo que
él quería, delante de él ponían una tabla tipo biombo, labrada con oro (y otras
figuras de ídolos), y él sentado en un asentadero bajo blando y la mesa también
baja hecha igual que los asentaderas. Ahí le ponían sus manteles de mantas
blancas y unos pañizuelos largos de lo mismo, y cuatro mujeres muy hermosas y
limpias le daban aguamanos en unos como a manera de aguamieles hondos que
llaman xcicales.
“Ponían
debajo, para recoger el agua, otras a manera de platos, y otras dos mujeres le
traían tortillas, ya que comenzaba a comer echábanle o le colocaban una como
puerta de madera muy pintada de oro para que no le viesen comer, y estaban
apartadas las cuatro mujeres; y allí se le ponían a su lado cuatro señores
grandes viejos de pie con quien Moctezuma de vez en cuando platicaba o les
preguntaba cosas. ..ya cada uno de ellos les regalaba al terminar un plato de
aquello que más les había gustado”.
También
menciona el cronista, que una especie de maestresala le presentaba los
platillos, y él con una varita le indicaba el que más le apetecía. Las vajillas
se utilizaban una sola vez.
“Eran
de barro de Cholula, colorado y negro y los más de trescientos platillos iban
colocados en braserillos individuales cargados por jóvenes indígenas de la
nobleza.
“En
la sala y detrás del biombo, permanecían en silencio los sacerdotes, los
jueces, los ministros y guardias allí reunidos (sin hablar). Algunas veces,
cuando Moctezuma estaba de vena, escuchaba música, y una especie de bufones
—indios corcovados, feos, deformes porque eran chicos de cuerpo, chocarreros y
truhanes que le hacían gracias— le bailaban y le cantaban. Y al finalizar de
comer, volvían las damas y alzaban los manteles y le daban agua para lavarse
las manos, despedía a los cuatro grandes señores y, después de fumar su pipa,
se quedaba reposando. Luego que había terminado se distribuían los alimentos
sobrantes entre todos los miembros de la corte y de sus guardias que según los
cronistas eran más de mil. Esto era el protocolo”.
Veamos
ahora algunos de los platillos que se le solían ofrecer, basándonos en la
crónica de fray Francisco de Aguilar, quien también dice:
“Que
su manera de servicio era muy grande como príncipe muy poderoso —según su
decir— henchían toda la sala en hileras; las aves cocinadas de las más diversas
maneras, cocidas, asadas o bien guisadas; otra hilera de empanadas muy grandes,
o sea, eran las diversas variedades de tamales que también eran de aves, gallos
y gallinas. Otra hilera de codornices y palomas también ocupaba su lugar; los
pescados de río y de la mar de todas las especies; cazuela de con chile verde;
cazuelas de mole verde, rojo, amarillo y negro; pipianes verde y rojo; barbacoa
de aves, de jabalíes y de perros tepezcuintli y techiches; cazuelas de gusanos
de maguey y escamóles y otros insectos como chapulines y langostas; guisos de
nopales, quelites, verdolagas; huevos cocidos de aves, codornices, gallinas, palomas
y guajolotes.
“También
tenían su lugar las ranas, los ajolotes y toda una rica variedad de tortillas
que mucho agradaron a los conquistadores. Les servían también toda clase de
frutas locales y de todas las regiones. Capítulo especial era el de la variedad
de postres, entre los que mencionamos: elotes endulzados con mieles, capulines,
miel de abeja, caña de maíz; frutas: mamey, zapote negro, zapote blanco,
chicozapote, chirimoya, pitayas, tejocotes, capulines y tunas".
Como
puede verse por esta descripción de la Mesa de Moctezuma, no resulta exagerada
la cifra de trescientos platillos. ¿No es una gran Cocina Imperial? Entonces,
¿'cuál podría serlo.7
Es
necesario aclarar que la abundancia y exquisitez de la Mesa de Moctezuma, no
quiere decir que fuese un glotón exagerado. Por el contrario, se comportaba
siempre como un hombre disciplinado, pues los cronistas señalaban expresamente
que era un hombre de poco comer y no dado a los excesos, o sea, un señor digno
de tal mesa. En consecuencia el refinamiento de su gran cocina era sólo el
reflejo de una tradición de su pueblo y de un grado muy alto de cultura y
calidad espiritual.
Debemos
sentirnos muy orgullosos de nuestro pasado histórico porque desde nuestras
raíces indígenas, todas las manifestaciones culturales denotaban una
civilización integrada con identidad y carácter de fuerza tal que aún hoy,
después de cinco siglos sigue presente en las manifestaciones culturales de los
mexicanos. Esta es la razón por lo que resulta interesante el tema de la Cocina
Imperial Azteca y de la Mesa de Moctezuma, antecedente directo y con vigencia
para la cocina mexicana actual.
Incluidas
las nuevas tendencias, lo que más debe llenar de orgullo es que la mujer
indígena fue la creadora de esta gran cocina que ha sido y sigue siendo la
protagonista de nuestra gastronomía, que por haber alcanzado niveles imperiales
antes de la conquista, imprimió su sello y heredó su grandeza a lo que habría
de ser —con la mezcla de nuestra olla con el caldero español— la Cocina Típica
Mexicana. La mesa actual de los hogares mexicanos es descendiente directa de la
Imperial Mesa de Moctezuma.
GLOSARIO DE COCINA
MEXICANA
AJOLOTES
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Del
náhuatl axolotl. Anfibio de México.
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CERNÍCALO
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Ave
de rapiña de plumaje rojizo manchado de negro.
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CHAPULÍN
|
Del
náhuatl chapollin. Langosta mexicana que se cría generalmente en las milpas.
|
CHICOZAPOTE
|
Del
náhuatl xicotzapotl. Fruto de cáscara y pulpa café con semillas negras y
lustrosas. Se come fresco y en dulce.
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ESCAMÓLES
|
Del
náhuatl azcamolli. Hueva de hormiga. De aspecto semejante al arroz blanco
inflado, se come en guiso o en taquitos con guacamole.
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IZOTE
O YUCA
|
Del
náhuatl iczot que significa árbol. Especie de palma con hojas y flores
comestibles de color blanco cremoso y aroma agradable.
|
LAVANCOS
|
Un
tipo de pato.
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PERDIZ
|
Ave
de la familia de las gallináceas, de carne muy apreciada, de cuerpo grueso y
plumaje ceniciento rojizo.
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PITAHAYA
|
Planta
trepadora de hermosas flores y fruto del mismo nombre.
|
QUELITE
|
Del
náhuatl quilitl. Hierba comestible.
|
TIANGUIS
|
Del
náhuatl tianquiztli que significa “mercado”.
|
TEPEIZTCUINTU
OTEPEZCUINTLI
|
Voz
náhuatl que significa “perro de las montañas”, el cual se alimentaba de
frutas y vegetales. Formaba parte importante de la alimentación prehispánica.
|
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