Juan María Alponte, La primera mujer negra que se sentó en un autobús de blancos
La primera mujer negra
que se sentó en un autobús de blancos
Traigo a mi memoria, en el silencio del tiempo, en la tragedia del
existir y a la gloria de la existencia, la sombra de una mujer negra. Se
llamaba Rosa Parks. Vivía en Montgomery, en el estado de Alabama, centro de
ataques racistas que todavía sobrecogen.
Rosa Parks, un día cualquiera de su vida, hizo una revolución. Aquel
día fue el 1° de diciembre de 1955. Aquel día Rosa Parks, agotada de una larga
jornada de trabajo, entró en su autobús cotidiano y en vez de quedarse en la
parte de atrás, como mandaba la ley, y de pie, parada y derecha, porque los
asientos eran sólo para los blancos, cruzó la frontera invisible del odio
racial y se sentó en un asiento libre. Entró un blanco y le pidió,
imperativamente, que se levantase y fuera a la parte de atrás, de pie. Rosa
Parks se negó.
Ese día transformó la historia de la discriminación. Al día siguiente
hubo una huelga general y los negros recorrieron a pie las calles, en protesta.
Decidieron no tomar los autobuses (eran sus más asiduos clientes, pero en la
parte trasera y sin derecho a sentarse) por lo cual colocaron a las compañías,
que vendían “espacios”, pero no “asientos” para ellos, contra la pared. Con ese
gesto, comenzó una epopeya moral: la lucha por los derechos humanos de los
negros que, en todos los espacios, tenían sus lugares aparte. Rosa Parks, una
trabajadora desconocida, se convirtió en una heroína y logró lo que parecía
imposible: la igualdad en los medios de transporte y en otros ámbitos sociales.
En 1999, el Congreso de los Estados Unidos, a 44 años de aquel día memorable,
concedió a Rosa Parks, de 85 años, la Medalla de Oro del Congreso.
Un sobrecogimiento profundo, un insólito y hermoso sobresalto de
conciencia me invita a contarles a ustedes esta memorable historia. Miro su
rostro, el rostro de Rosa Parks. Sonríe distante, muda en la admirable sonrisa
de sus ojos. Tal vez recuerda el día en que ella, una trabajadora desconocida,
negra y digna, se plantó sobre su alma para decir: “No y no y no me levanto”.
Juan María Alponte, “La primera mujer negra que se sentó en un autobús
de blancos” en Historias en la tierra. México,
SEP-Ruz, 2007.
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