Sylvia Branzei, “Un beso de despedida



Un beso de despedida
Te acomodas en el sillón y tomas el control remoto. ¡Si, la tele! Te detienes en una película romántica: una pareja descansa plácidamente en el parque, después de un suculento picnic. EI cielo es azul, los pájaros cantan y no hay ninguna hormiga a la vista. Ella rueda por el pasto hacia él, él se le acerca aún más. Ella lo mira a los ojos, sonríe y abre sus labios levemente. Él está a punto de besarla cuando, como por un hechizo, la visión de él se magnifica y sus ojos se transforman en lupas que pueden ver en detalle el interior de la boca de su enamorada.
¡Puajjj! ¡Hay vida allí dentro! Su dentadura, su lengua y sus mejillas están cubiertas de criaturas diminutas que retozan por ahí.
No te preocupes... Besarse es algo agradable. Si fuera tan asqueroso, nadie lo haría. Aunque quizá no todos saben qué pasa cuando intercambian su saliva con la de otro. Pero el galán de tu película sí lo sabe, porque puede ver las pequeñísimas criaturas en la boca de su novia.
Aterrorizado, el galán observa a las bestezuelas que se divierten entre los dientes, en la lengua y en las mejillas de su amada: algunas son esféricas y otras tienen forma de vara o incluso de espiral, como si fueran pequeñísimas papas fritas enroscadas. Se arrastran y nadan hacia los restos de comida que hay allí. El blanco esmalte de los dientes está cubierto por algo de queso y de pan de centeno. La lengua tiene rastros de plátano y, ¡qué desagradable!, hasta se pueden ver pedazos del cereal del desayuno. Las criaturas 
mascan las sobras y luego liberan un desecho ácido. El ácido corrosivo carcome los dientes y así se producen las caries.
¡Guauuuuu! También hay una guerra allí dentro. Los glóbulos blancos, los soldados del organismo, se mueven sigilosamente capturando y engullendo bacterias. Es como una película bélica. ¡Qué bueno! ¡Mis favoritas!
Y             esto no termina allí. En la boca de la muchacha, como en la de todas las personas, hay hongos y virus. Los virus pueden causar resfriados y gripe. ¿Qué clases de enfermedades esconde esa boquita?
Al observar más de cerca, se ve una costra amarilla alrededor y en la base de sus no tan perlados dientes. Tiene sarro, esa capa amarilla y áspera que los dentistas adoran raspar.
-¿Qué esperas? -pregunta ella.
Él cierra los ojos y desconecta su visión microscópica. Luego, suavemente, posa su boca sucia, plagada de bacterias y de restos de comida, sobre la de ella, que está atiborrada de sarro y de gérmenes. ¡Las personas hacen cualquier cosa por amor!
Sylvia Branzei, “Un beso de despedida” en Asquerosología del baño a la cocina. México, SEP-Cordillera de los Andes, 2007.

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