Las dudas de Xíhuitl
Jiutepec es una pequeña ciudad asentada en lo más ardoroso de la Tierra
Caliente. En ella a veces un suceso común se convierte en una historia
maravillosa, como la que vivió Xíhuitl el día en que las hierbas empezaron a
ponerse verdes como presagio de la primavera.
Todo empezó porque los ardientes calores de marzo querían fastidiar a los
alumnos para que no estudiaran. En el salón de quinto, los niños se paraban,
corrían y peleaban; las niñas se abanicaban con sus cuadernos, discutían, se
subían a las bancas y volvían a sentarse. Nadie ponía atención. ¡Había un
desorden del demonio!
La maestra, pensando que todo se debía al calor, ordenó que abrieran
las ventanas, pero en lugar de aire fresco entraron rachas de 35 grados y todo
se puso peor. La profe gritaba pidiendo silencio, pero con tanto ruido nadie la
oía. La pobre ya no sabía qué hacer.
En medio de aquel barullo, solamente Xíhuitl permanecía sentada en su
banca, pensativa y en silencio. Parecía estar en otro mundo, pero en realidad
su pensamiento no andaba tan lejos; daba vueltas y vueltas a lo sucedido
durante la hora del recreo.
Esa mañana, Xóchitl, Eréndira y Xíhuitl comían su torta bajo la sombra
del único árbol del patio, cuando Petra, una niña de sexto, empezó a buscarles
pleito.
-Los nombres de ustedes son bien feos -les dijo, así a bocajarro y con
desprecio-. ¡Son de india! ¡Por eso no tienen día de su santo y no les hacen
fiesta ni les regalan pastel! El ataque por sorpresa dejó pasmadas a las tres
amigas, que no supieron cómo defenderse.
Además, no era cierto. Petra había dicho una mentira malévola, porque
sí les hacían fiesta el día de su cumpleaños y con pastel. Para picar más el
pleito,
Petra añadió:
-¡Ni siquiera saben lo que sus nombres quieren decir!
Todo se agravó cuando los niños que jugaban cerca oyeron a Petra y
también empezaron a burlarse. Eso prendió la mecha: Eréndira y Xóchitl
explotaron como chinampinas y se levantaron a repartir golpes. Petra huyó
asustada y las dos niñas la corretearon por el patio.
Solo Xíhuitl no se movió. Sí estaba ofendida, pero se quedó sentada,
dudando. ¿Tendrá razón Petra? Era cierto que su nombre no estaba en los
calendarios. Dos niñas de su salón se llamaban Paola, porque era moda entre las
mamás ponerles a sus hijas el nombre de las güeras de las telenovelas.
Pero Xíhuitl sabía que a su madre no le gustaban esas modas y no le
puso un nombre tan chistoso por la sencilla razón de que casi nunca veía la
tele.
¿Qué significan Xóchitl, Xíhuitl y Eréndira? A ver quiénes lo
investigan.
Susana Mendoza, Xihuitl. México, SEP-Susana Mendoza Gutiérrez, 2007.
Comentarios
Publicar un comentario