Francisco Hinojosa, “Entre periódicos y zapatos” en A golpe de calcetín.
Entre periódicos y zapatos
Ya hace más de un año que ando metido en esto de vender periódicos en
las calles. Apenas cumplí los diez años mis papás me dijeron "adiós a la
escuela" y me llevaron derechito hasta una bodega muy grande, atestada de
periódicos y revistas. Me pusieron entre las manos un montón de periódicos que
apenas podía sostener, me enseñaron una tonadita y me dijeron:
-Ahora vas a leer lo que dicen las letras y lo vas a gritar, como te
enseñamos, por las calles del Centro. La gente te los va a ir comprando: cada
periódico cuesta cinco centavos. Sólo cuando hayas acabado de venderlos todos
puedes volver a casa.
-En esta bolsa de tela -añadió mi mamá- mete las monedas. Ten mucho cuidado
con ellas, no las vayas a perder ni dejes que te las roben.
Al principio me daba mucha vergüenza andar pegando de gritos por las
banquetas. Sentía que todos se volvían a mirarme y decían: "Luego luego se
nota que este niño es un principiante." Pero en cuanto vendí mi primer
periódico me dio tanto gusto que se me acabó la vergüenza. Poco a poco me fui
acostumbrando a gritar las noticias y a ir cobrando de cinco en cinco centavos.
Aunque mis papás me dijeron que no me alejara mucho de la esquina de
avenida Madero e Isabel la Católica, muy pronto me dio por callejear más allá.
Al poco tiempo ya conocía todas las esquinas y callejones del rumbo. También
empecé a tener amigos: Chucho, que iba y venía con su cajón para bolear
zapatos; don Justo, que vendía cachitos de lotería; Samuel, que tenía un puesto
de tacos y que a veces, cuando estaba de buen
humor, me regalaba uno; Aniceto, el organillero, y muchos más, todos
los mendigos de Catedral y todos los vendedores del Centro.
Según que tal ande de suerte o qué tan buena sea la noticia, a veces
vendo los periódicos muy pronto, como la semana antepasada, cuando fue la final
de futbol, o como hace algunos meses, cuando le dieron un balazo a don Pascual
justo el día en que empezaba a ser presidente de México. La gente, en vez de ir
a la Cruz Roja a esperar noticias sobre su salud, compraba el periódico y así
se enteraba de todo lo que pasaba.
El dinero que saco de las ventas se lo paso toditito a mi mamá, y de
ese dinero ella me da quince centavos cada domingo. Antes me lo gastaba en
paletas heladas de limón y en chicles de marqueta, pero desde hace un mes lo he
estado ahorrando para...
Francisco Hinojosa, “Entre periódicos y zapatos” en A golpe de
calcetín. México, SEP, 1992.
para que ahorro dinero ????
ResponderEliminarpues creo que para comprarse un par de zapatos eh?
Eliminarno es para ir al cine
ResponderEliminarCreo q el cuento se acaba ahí
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