El cascabel (canción popular)
Cada rincón de la naturaleza está lleno de sonidos. Si abrimos, bien
abiertos, ojos, oídos y corazón, pude ser que en el hueco de un árbol
escuchemos a una serpiente cantarina.
Las víboras son peligrosas y de cuidado, hay que saberlas tratar. Una
entre ellas es, aparte de venenosa, muy bullanguera: la serpiente de cascabel.
Ella canta cuando se mueve, su paso es música. Nosotros los seres
humanos tratamos de imitarla con sonajas de juguete. O bien, en el fandango,
con panderos, rasgueos y taconazos. Algunos fandangueros viejos acostumbran
poner un cascabel de víbora adentro de su jarana, para la buena suerte, y
porque, dicen, con ese cascabel la música suena mejor.
¡Ay, cómo rezumba y suena, rezumba y va rezumbando, rezumba y va
rezumbando, mi cascabel en la arena.
En el hueco de un laurel, una víbora cantaba, ella me daba a entender y
yo cuenta no me daba, de un hermoso cascabel que en su cola le sonaba.
Yo tenía mi cascabel, con cinco cascabelitos, y como era de oropel se
lo di a mis hermanitos para que jueguen con él y se diviertan solitos.
Yo tenía mi cascabel, y como sonaba tanto, se lo di a mis hermanitos,
la víspera de su santo.
-Bonito tu cascabel, vida mía quién te lo dio.
-A mí no me lo dio nadie, mi dinero me costó, y el que quiera cascabel
que lo compre como yo.
Yo tenía mi cascabel, y se lo puse a un pandero,
¡ay!, qué bonito sonaba cuando le rascaba el cuero.
La víbora trae en la piel muchos colores bonitos, y en su cola de
oropel suenan los cascabelitos, música de cascabel.
“El cascabel” en Caterina Camastra (comp.), Ariles y más ariles: los
animales en el son jarocho. México, SEP-El Naranjo,
2007.
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