EL DIARIO DE EL CHAVO DEL OCHO Roberto Gómez Bolaños
Prólogo
Por Roberto Gómez Bolaños
Sus
holgados pantalones tenían más parches y remiendos que tela original. Estaban
precariamente sostenidos por dos tiras de tela que hacían las veces de
tirantes, terciadas sobre una vieja y descolorida playera
en la que
también predominaban los parches y los remiendos. Calzaba un par
de zapatos del llamado tipo "minero" que evidentemente habían
pertenecido a un adulto. Pero lo más característico de su atuendo era la vieja
gorra con orejeras, las que en tiempo de frío le debían haber sido de no poca
utilidad, pero que, cuando lo conocí, en pleno verano, no hacían sino acentuar
lo grotesco de su figura.
¿Grasa,
jefe? me había preguntado mostrando el cajoncillo de limpiabotas. Y yo estuve
a punto de responder que no, ya que mis zapatos se encontraban en bastante buen
estado, pero entonces surgió el presentimiento; ese algo que nos impele a tomar decisiones sin justificación
aparente. De modo que respondí afirmativamente.
Yo estaba sentado en una de esas hermosas
bancas de hierro forjado que aún se encuentran en algunos parques de la ciudad.
Él se acomodó en el banquillo portátil que formaba parte de su equipo de
trabajo, y comenzó a realizar su tarea con inusual entusiasmo. Entonces
lo observé con
mayor atención, y al
instante comprendí cuál había sido la razón que justificaba mi presentimiento:
aquel niño era la encarnación total de la ternura. Me costó mucho trabajo
entablar conversación con él, pues era notorio que mis preguntas provocaban el
natural recelo de quien está acostumbrado a recibir muy poco casi nada, diría
yo de los demás.
¿Cómo te llamas? le pregunté.
Pus da lo mismo, ¿no?
¿…….?¿Qué es lo que da lo mismo?
Que me llame como sea. De cualquier manera todos dicen que soy el Chavo del
Ocho. *
¿Cuál es tu edad? seguí preguntando.
Mi edad son los años que yo tengo.
Por eso: ¿cuántos años tienes?
Ocho, creo...
¿Dónde naciste?
No
lo puedo recordar porque yo estaba muy chiquito cuando nací.
Entonces
dejé correr una pausa intentando que fuera él mismo
*
Singular apodo, cuyo origen se explica más adelante.
quien reanudara la conversación, pero resultó
evidente que su timidez le impedía hacerla. Por tanto, yo también interrumpí el
interrogatorio.
Le
di una buena propina cuando terminó de lustrar mis zapatos. Eso hizo que
acudiera a sus ojos un brillo que antes había estado ausente, y que se pusiera
a bailotear al tiempo que exclamaba:
¡Con
esto me
puedo comprar una torta de jamón...
o dos... o tres...!
Y
luego, pronunciando un rápido y entusiasta "gracias",
levantó
ágilmente sus arreos de trabajo y se lanzó corriendo a la calle, donde empezó a
sortear el intenso tránsito de automóviles con
esa destreza que
sólo tienen los
niños pobres de las
ciudades populosas. Luego, al tiempo que lo perdía de vista, aún alcancé a oír
nuevamente las palabras que parecían mágicas: "¡Torta de jamón!" Fue
entonces cuando descubrí el cuaderno.
Lo
había dejado a un lado de la banca del parque donde estaba yo sentado. Y
resultaba fácil suponer que era propiedad del Chavo del Ocho, pues su lastimoso
estado hacía juego con el propietario. Era un cuaderno corriente que mostraba
con toda claridad el uso continuo a que había estado sometido. De las pastas de
cartoncillo no quedaban más que pequeños e irregulares trozos manchados de
grasa, polvo, sudor iy vaya usted a saber qué otra cosa! Las hojas, algunas
también incompletas, estaban enrolladas por las puntas y ostentaban
igualmente gran cantidad
de manchas de
los más variados
orígenes; pero en ellas estaba contenido el
manuscrito más espontáneo que jamás hayan podido ver mis ojos: “El Diario del
Chavo del Ocho".*
La
primera vez que lo leí sentí el remordimiento de quien sabe que está violando
la intimidad de una persona. Pero lo leí por segunda vez y el sentimiento se
fue convirtiendo en uno de inquietud, del cual pasaba después a la risa, la
tristeza y el asombro. Entonces me convencí de que era necesario dar al público
la oportunidad de conocer ese mundo extrañamente optimista en que se puede
desenvolver un niño que carece de todo, menos de eso que sigue siendo el motor
del universo: la fe.
*
En ninguna parte del manuscrito se menciona
la palabra "diario", pero yo me tomé la libertad de adjudicarle tal título en vez del de
"notas", "apuntes" o algo similar, porque a pesar de la carencia
de un orden cronológico, la palabra "diario" me pareció más acorde
con la intimidad que encierra lo escrito en el viejo cuaderno.
NOTA: Como
es lógico, el
manuscrito contiene un
sinnúmero de errores gramaticales, de
sintaxis, etc. Por
tal motivo me
he visto precisado
a corregir, pero procurando que,
en lo posible,
permanezca el sabor
del original. Algunas
veces, por ejemplo, tuve que dar
formar a la frase que estaba débilmente sugerida, y en ocasiones (muy contadas)
tuve que llegar a la adición o supresión
de frases y palabras. Asimismo
tuve que hacer un cierto reordenamiento de párrafos;
pero, en cambio, no modifiqué
el aparente desorden en que se narran los acontecimientos o las apreciaciones del Chavo.
El Diario
Por el Chavo del Ocho
Yo antes
pensaba que nunca había tenido un papá. Pero luego mis amigos me explicaron que
eso no era posible; que todos los que nacen es porque antes su papá se acostó
con su mamá. Lo que pasó fue que yo no conocí a mi papá. O sea que nomás se
acostó y se fue.
A mi
mamá sí la conocí, pero nomás tantito. Como ella tenía que trabajar, todos los
días me llevaba a una casa que se llamaba guardería, y ahí me la pasaba yo
hasta que mi mamá regresaba después a recogerme. Lo malo era que la pobre
llegaba muy cansada de tanto trabajar, y cuando decía que iba a recoger a su
hijo le preguntaban: "¿Cuál es?", y ella respondía: "No sé; uno
de ésos", y entonces le daban el niño que tenían más a la mano. y claro
que no siempre le daban el mismo niño.
O sea
que lo más seguro es que yo no sea yo.
EL
CHAVO
Un día mi mamá no pasó a recogerme.
y los
demás días tampoco.
DOÑA
FLORINDA
A pesar de todo a mí sí
me gustaría tener una mamá. Hay
tantisisísimas, que no
sé por qué no me
tocó alguna, aunque no fuera la
mejor. Claro que hay muchas mamás que tienen varios hijos, pero hay otras que
nomás tienen uno, como sucede con Doña Florinda. O sea que Quico tiene una mamá
completa para él solito. ¡Y el muy tonto se porta mal y la desobedece! Y yo le
digo a Quico que no sea tonto, que no la desaproveche.
También
me gustaría tener un papá, pero no como Ron Damón,* que es el papá de la
Chilindrina, porque Ron Damón pega mucho.
Bueno,
Doña Florinda también pega mucho, pero no a su hijo... ella nomás le pega a Ron
Damón.
Ron
Damón es muy bruto. Y dicen que los hijos salen igual que los papás, pero no es
cierto
• Es evidente que el personaje es
"Don Ramón", pero como el Chavo lo llama siempre "Ron
Damón", nosotros lo transcribiremos
de esta manera.
porque la Chilindrina no es bruta. En lo que
sí es igual a su papá es en lo floja; por eso no le gusta la escuela.
También
me gustaría tener una tía. O un perro.
O
algo...
Recuerdo
que hace mucho me llevaron a vivir a una casa que era un orfelinato donde todos
los niños éramos huérfanos.
La
encargada principal era la señora Martina, la cual siempre estaba de mal humor
y les pegaba a todos los niños. A mí una vez me sacó sangre de la nariz y luego
se enojó porque manché mi ropa con la sangre, y después me castigó dejándome un
día sin comer. Desde entonces yo puse mucho cuidado para evitar que me volviera
a salir sangre de la nariz, y la única vez que me falló fue un día que me
tropecé y fui a dar contra uno como escalón que había ahí. Pero la señora
Martina no llegó a darse cuenta porque me fui rápidamente a los lavaderos y
lavé mi ropa. Lo único malo fue que me tuve que volver a poner la ropa cuando
todavía estaba mojada. Entonces ella me preguntó que por qué estaba mojada mi
ropa, y yo le dije que me había llovido. Pero ella me dijo que yo era un
mentiroso, porque hacía dos meses que no llovía.
Y me
castigó otro día sin comer.
En el orfelinato había un niño más grande que
yo, que se llamaba Chente y que era mi mejor amigo.
Lo malo
de Chente era que siempre estaba enfermo.
Y así,
hasta que se murió.
A veces iban al orfelinato algunas señoras que
revisaban a los niños. Luego escogían al que más les gustaba y se lo llevaban a
vivir con ellas. Y yo tenía muchas ganas de que me escogieran a mí, pero
siempre escogían a los más bonitos; o sea que yo nunca salí. Porque yo estaba
tan feo que cuando jugábamos a las escondidillas los demás niños preferían
perder antes que encontrarme.
Luego, como el tiempo pasaba y la señora Martina
se iba haciendo cada vez más pegalona, yo pensé que lo mejor sería escaparme
del orfelinato. Pero nunca se me ocurrió la manera de hacerlo. Esto sucedía
porque yo era tonto y por lo tanto me faltaba imaginación para que se me
ocurrieran buenas ideas.
Entonces
ya tuve dos motivos para ponerme triste: uno, el no poder escaparme; y dos, el
darme cuenta de lo tonto que era.
Y
un día
me puse tan triste que me
solté llorando; y cuando la señora Martina me preguntó que por qué
lloraba, ya no tuve más remedio que confesarle que yo me quería escapar de ahí.
Entonces ella dijo: "Haberlo dicho antes", y me abrió la puerta.
Anduve caminando por muchas calles que no
conocía. No eran calles muy bonitas, como las que salen en las películas de la
televisión; pero tampoco eran muy feas, como otras que también se ven en la
televisión.
Pero lo
peor de todo era el hambre que tenía. Porque en esta vida lo más importante es
comer.
Por eso
me metí al mercado, donde había muchisisísimas cosas de comer. Lo malo era que
yo no tenía dinero para compradas. Entonces pensé robarme algo, pero recordé
que era pecado robarse las cosas; sobre todo cuando el dueño es otro. Por eso
lo que hice fue pedir que me regalaran algo, y una señora me regaló dos
zanahorias. Pero lo mejor fue al día siguiente, pues un señor me regaló una
torta de jamón. ¡No puede haber nada más bueno en esta vida!
Había
otro señor que también era muy bueno y me daba permiso de dormir en los carros
que él cuidaba por las noches.
A cambio de esto yo nomás tenía que acarrear
cubetas de agua para que él pudiera lavar los coches. Pero el señor era tan
bueno que no sólo me invitaba a mí a dormir en los coches, sino que a veces
también invitaba a algunas señoritas; y hasta él mismo se quedaba haciéndoles
compañía.
Un día llegué caminando hasta un callejón que
estaba muy oscuro, y empecé a sentir miedo. Entonces me puse a caminar más
aprisa, pero lo único que conseguí fue llegar a otro callejón que estaba aún
más oscuro que el anterior, y me entró más miedo. Seguí corriendo hasta que
salí a un lugar donde había un poco de luz. Era uno como terreno en el que
había mucha basura y muchos desperdicios. También había perros que buscaban
cosas entre la basura.
Y
también había niños. Eran como ocho o nueve.
Casi
todos eran de mayor edad que yo, menos dos que eran más chicos; o quién sabe.
El mayor
de todos era el Mochilas. Luego me explicaron que le decían así porque hacía
tiempo le habían mochado una mano. O sea que se la habían cortado una vez que
se le infectó mucho. Pero le quedaba la otra mano, con la cual pegaba más
fuerte que todos sus compañeros. Y por eso todos los demás lo obedecían.
Cuando me acerqué a ellos lo primero que me
llamó la atención fue que uno de los niños se estaba pintando la cara. Este
niño era el Pinacate, y sabía hacer eso de aventar tres pelotitas al aire sin
que se le cayera ninguna. Esto lo hacía, según me dijo, en una esquina cercana
donde hay un semáforo que tarda mucho con la luz roja, lo cual hace que los
carros se detengan un buen rato. Entonces él y otro niño hacían eso de aventar
las pelotitas para que luego les dieran una propina. El otro niño se llamaba
Conejo, pero no sabía aventar las pelotitas. Lo que hacía el Conejo era ponerse
a gatas para que el Pinacate se trepara encima de él, pues así era más fácil
que los automovilistas vieran al Pinacate cuando aventaba las pelotitas.
Yo quería
preguntar más cosas,
pero entonces el Mochilas le dijo al Pinacate que se diera
prisa en terminar de pintarse la cara. El Pinacate hizo lo que le ordenaron y
al rato se fue de ahí en compañía del Conejo. O sea: iban a la esquina donde el
semáforo tarda mucho con la luz roja.
Los
demás niños platicaban muy poco, y ni siquiera me preguntaron que quién era yo
o de dónde venía. Algunos solamente se me quedaban viendo, otros decían cosas
que yo no entendía. Y no
sé por qué, pero me empezó a dar
más miedo. Después de un rato el Mochilas empezó a fumar y luego le pasó el
cigarro al niño que estaba junto. Éste nomás le dio una chupada al cigarro y se
lo pasó al siguiente. Y los demás hicieron lo mismo, hasta que el cigarro me
llegó a mí. Entonces yo también le di una
chupada, pero me
dio muchísima tos.
Algunos empezaron a reírse de mí, mientras que
otros me miraban como si quisieran preguntarme algo. Pero no me preguntaron
nada, lo único que hicieron fue quitarme el cigarro.
También
tenían una bolsa de plástico, la cual tenía algo dentro; algo que olía parecido
a como huelen los talleres donde pintan carros. Pero yo no tuve mucho tiempo
para oler, porque en ese momento llegó corriendo el Pinacate, diciendo que el
Conejo había palmada. O sea: él estaba diciendo que el Conejo estaba muerto, y
entonces todos salieron corriendo.
Yo fui
el último en llegar, pero también alcancé a ver al
Conejo
que estaba ahí en el pavimento, sin moverse y todo lleno de sangre. Pero no me
quise acercar mucho, porque empecé a sentir algo muy raro. O sea: como si
quisiera vomitar. ¿Pero qué vomitaba, si no había comido nada?
El
Pinacate tampoco se le acercó mucho. Tal vez porque
no quería
que los demás
se dieran cuenta
de que estaba llorando. Aunque no se le notaba
mucho, porque las lágrimas parecían como si fueran parte de la pintura que
tenía en la cara.
Entonces
me dieron muchas ganas de
salir corriendo.
Yeso fue
lo que hice: corrí y corrí sin detenerme para nada.
Nunca
volví a ver a todos esos niños. O bueno: sí los he vuelto a ver, pero solamente
en sueños. Y cuando esto sucede, siempre me despierto respirando fuerte y como
si tuviera mucho frío.
Un día iba yo por otra calle que no conocía,
cuando empezó a llover mucho. Entonces me metí a una vecindad. Y desde entonces
he vivido ahí.
Primero
me quedé en la vivienda número 8, en la cual vivía una señora muy viejita, la
cual me dijo que yo le recordaba a un nieto que ella había tenido.
A esta
viejita del 8 le temblaban muchísimo las manos, por lo
cual no podía
hacer muchas cosas.
Por eso yo la
ayúdaba.
Pero
ella decía siempre: "Dios tendrá que hacerme el milagro de que alguna vez
me dejen de temblar las manos."
Hasta
que un día llegué a la vivienda y me di cuenta de
que ya
no le temblaban las manos; y toda ella estaba quietecita, quietecita.
Creo que
la enterraron al día siguiente.
Pero poco
después llegó otra
persona a ocupar
la vivienda número 8, por lo que yo me tuve que salir de ahí. Sin
embargo, como ya tenía muchos amigos en la vecindad, un día me invitaban a que
darme a dormir en una casa y otro día en
otra. Y así hasta la fecha. Porque no es
cierto eso de que yo vivo dentro de un barril, como han dicho algunos. Lo que
pasa es que yo me meto al barril cuando no quiero que los demás se den cuenta
de que estoy llorando. Y también cuando yo no tengo ganas de ver a los demás. O
cuando tengo muchas cosas en qué pensar.
De todas
maneras la gente ya se había acostumbrado a llamarme El Chavo del Ocho, y así
es como me siguen llamando todos.
PROFESOR
JIRAFALES
La Chilindrina dice que el Profesor Jirafales
está enamorado de Doña Florinda, y que por eso, cuando está enfrente de ella,
al profesor se le ponen los ojos como de buey enfermo.
Y dice
que Doña Florinda también está enamorada del Profesor Jirafales. Que a ella
también se le nota mucho, porque se ríe como idiota cada vez que el profesor
llega a la vecindad; lo cual sucede casi todos los días.
Doña
Florinda lo recibe diciendo siempre lo mismo: "¡Profesor Jirafales!"
Y el profesor también responde siempre lo mismo:
"¡Doña Florinda!"
¡Qué milagro que viene por acá! dice ella.
Vine a traerle este humilde obsequio –dice él,
dándole un ramo de flores que también parece ser siempre el mismo.
Están hermosas dice ellao ¿No gusta pasar a tomar una tacita de café?
¿No
será mucha molestia?
No
es ninguna; pase usted.
Después de usted.
Entonces los dos entran a la casa de Doña
Florinda.
Pero
nadie sabe qué tanto hacen ahí dentro.
Quico también es huérfano. Pero no tanto como
yo, porque él si tiene una mamá, que es Doña Florinda, y lo único que le falta
es un papá.
Según
Doña Florinda, lo que sucedió fue que su marido se murió cuando Quico estaba
apenas empezando a pronunciar sus
primeras palabras, o como dice
la Chilindrina: "Cuando Quico estaba apenas empezando a
decir sus primeras pendejadas".
En ese
tiempo e! papá de Quico trabajaba como marinero en un barco, pero Doña Florinda
dice que Don Federico (que así se llamaba e! papá de Quico) no era solamente
marinero, sino que además era e! capitán de! barco; y que, por lo tanto, ellos
habían tenido más dinero que e! mismito señor Barriga.
Entonces
Ñoño dijo que eso no podría ser cierto, ya que
su papá
es el dueño de toditita la vecindad. Pero Doña Florinda dijo que sí, que ellos
habían sido riquísimos; y que lo que pasó fue que al quedar viuda no pudo
conseguir buenos empleos, y por lo tanto cada vez fue teniendo menos dinero. O
sea que ahora no le queda otro remedio más que convivir con la chusma, que
somos la Chilindrina, yo y todos los demás.
Tiempo
después nos dimos cuenta de que tal vez sí era verdad lo que decía Doña
Florinda, pues un día nos enseñó una fotografía de Don Federico, y ahí pudimos
ver que sí llevaba puesto un uniforme blanco muy bonito.
Pero el
uniforme era lo único bonito, pues el señor era horrible. ¡Con decirles que era
idéntico a Quico! O sea: la misma cara de nalga, nomás que con bigotes. Pero
con los mismos ojos de huevo tibio y los mismos cachetes de marrana flaca.
Lo más
triste fue cuando supimos la forma en que se murió el papá de Quico, pues lo
que pasó fue que su barco se hundió en el mar, y él se tuvo que morir ahogado,
o masticado por un tiburón.
En la escuela me regañó el profesor por
haberle dicho Maistro Longaniza en vez
de Profesor Jirafales. Pero lo que pasó fue que se me chispotió, pues todos
se quedaron callados cuando yo lo estaba diciendo. O sea que fue sin querer
queriendo.
Y de
todas maneras me dejó sin recreo. Es que no me tienen paciencia. Pero luego, a
la hora de la salida, entre todos nos pusimos a recordar los diferentes apodos
que le hemos puesto al Profesor Jirafales, y hasta hicimos una lista que es la
siguiente:
El
Maistro Longaniza.
El
Ferrocarril Parado.
El
Tobogán de Saltillo. (Porque nació en Saltillo, dicen. )
La Riata
de Jaripeo. El Tubo de Cañería. El Palo Ensebado.
La
Garrocha con Patas.
El
Intestino Desenrollado.
El Poste
de Teléfono
El Espagueti Crudo.
El
Semáforo en Rojo. (Porque el rojo es "alto".)
La
Columna de la Independencia.
Y otros
que no pudimos recordar.
Pero el
mejor de todos sigue siendo el Maistro Longaniza.
El señor Barriga es el hombre más rico del
mundo, pues es dueño de todititita la vecindad. O sea que todos los que viven
ahí le
tienen que pagar
una renta cada
mes. Bueno, todos menos Ron Damón, que no paga nunca. Y
lo mismo sucede con Jaimito el Cartero. Pero los demás yo creo que sí pagan.
Por eso
el señor Barriga tiene tantisisísimo dinero, que le alcanza para comprar toda
la comida que quiera. Y por eso mismo también es el señor más gordo del mundo.
Por
cierto que una vez el Profesor Jirafales nos explicó que la palabra
"epidemia" quiere decir que mucha gente está enferma de la misma
enfermedad. O sea que la enfermedad es mucha y está muy repartida. Por eso yo
pienso que cuando el señor Barriga se enferma del estómago, es como si toda la
empidemia fuera para él solito.
SEÑOR
BARRIGA
Muy pronto el señor Barriga tendrá que
conformarse con ser el segundo hombre más gordo del mundo. El que le va a
quitar el campeonato es su hijo Ñoño, el cual se pasa la vida tragando.
El otro
día Ñoño llevó a la escuela tres tortas de jamón, y no me quiso convidar ni una
sola. Por eso le tuve que romper todo lo que se llama cara.
Lo malo
fue que Ñoño rajó con su papá, y su papá rajó con el Profesor Jirafales.
Entonces el Profesor Jirafales me dijo que lo que yo había hecho estaba muy mal
hecho. Lo cual no es cierto, porque se la partí bien y bonito. Y si no lo
creen, nomás pregúntenle a Godínez.
De todos
modos el profesor me castigó dejándome sin
recreo.
Pero el
Profesor Jirafales se pasó todo el tiempo platicando conmigo y tampoco salió
a recreo. O
sea que él mismo se castigó,
porque se dio cuenta de que él también merecía un castigo por haberme
castigado.
Cuando estuvo platicando conmigo durante el
recreo, el Profesor Jirafales me dijo que los niños buenos jamás golpean a los
demás. O sea que yo soy un niño malo.
A veces
me dan ganas de ser niño bueno, pero llega Ñoño y echa todo a perder. Porque
lleva cosas de comer y no me convida. O sea que me da mucho coraje y no me
queda más remedio que pegarle. Otro que me impide ser niño bueno es Quico,
porque tiene muchos juguetes y no me los presta. O sea que a él también se la
tengo que rajar.
En
cambio al que nunca le pego es a Godínez. Porque Godínez responde pegando más
fuerte. Bueno, una vez sí me enojé mucho con Godínez y nos dimos una buena
entrada de madrazos. Yo acabé con sangre en las narices; pero Godínez no se fue
limpio, porque lo salpiqué de sangre.
Y muchas
veces también me han dado ganas de pegarle
a la
Chilindrina, pero a las mujeres no se les debe pegar nunca. (Por más que lo
merezcan.) y por eso abusan tanto de uno, porque ellas
sí le pueden pegar a los
hombres. Lo cual da mucho coraje.
y si no
lo creen, nomás
pregúntenle a Ron Damón, que siempre se tiene que aguantar
los gol¬pes que le da Doña Florinda.
Por cierto
que una vez
Ron Damón me dijo que le
gustaría que Doña Florinda hubiera sido hombre para poder contestarle; pero yo
le dije que no le convenía, porque si siendo mujer Doña Florinda lo pone como
camote, siendo hombre ya lo habría mandado al cementerio.
En la escuela estudiamos los animales.
La
diferencia que hay entre los animales y las cosas es que los animales son seres
vivos. (Menos cuando ya están muertos.)
y la
diferencia que hay entre los animales y las plantas es que los
animales no se
quedan en un
lugar fijo, sino
que cambian de lugar caminando, nadan¬do o volando. De las plantas, en
cambio, las únicas que caminan son las plantas de los pies.
También
hay muchas diferencias entre unos animales y otros. Por ejemplo: hay algunos
que salen de un huevo y otros que salen de su mamá. Los que salen de su mamá se
llaman mamíferos. (pues si salieran de su papá se llamarían papíferos.) Y los
que salen del huevo se llaman pollitos.
Jamás
debemos olvidar que los animales son muy útiles para nosotros, pues hay
animales que se dedican al trabajo y otros que se dedican a que la gente se los
coma.
Y
de todos los animales el más útil es la vaca, pues aparte de que es comestible,
también nos da su leche. Bueno, así se dice, aunque en realidad la vaca no nos
da su leche: hay que quitársela. Pero además las vacas tienen un pellejo que
sirve para fabricar suelas de zapatos. Y ese mismo pellejo sirve para envolver
a la vaca. O sea: para que no se desparrame.
El
estiércol sirve para que las vacas sepan lo que hacen.
El
esposo de la vaca se llama toro, y es el que usan para las corridas de toros.
Pero fuera de eso los toros no sirven para ninguna otra cosa, pues ni dan leche
ni son comestibles, ya que su carne es demasiado dura para que uno la pueda
masticar a gusto. Los toros solamente vuelven a ser útiles cuando pierden
inteligencia, pues entonces los hacen bueyes y los ponen a jalar el arado.
Pero los
animales más bonitos son los perros. y también son los más inteligentes, pues
aprenden a hacer muchas cosas.
Si le
quieres enseñar algo a un perro, lo primero que tienes que hacer es saber más
que el perro.
Pero
también hay trucos que ayudan, como eso de darles algo de comida cada vez que
hacen bien las cosas. Por ejemplo: tú avientas una pelota bien lejos y luego le
ordenas que te la traiga. Entonces, si el perro te trae la pelota, tú le das un
poquito de comida. Pero si no te trae la pelota, tú tienes que ir por ella y no
le das nada de comida al perro. O sea: es mejor que no te traiga la pelota,
porque entonces tú te puedes comer lo que le ibas a dar al perro.
De todos
los animales, los
marranos son los
más cochinos, pero por dentro son muy sabrosos.
Los que tienen joroba se llaman camellos; pero
la Popis dice que al camello
se le hizo
la joroba porque trataron de pasado por el ojo de una
aguja.
Las
jirafas son las que tienen el pescuezo más largo. Y qué bueno que lo tienen
así, porque si no tuvieran el pescuezo tan largo, la cabeza quedaría flotando
en el aire.
Otros
animales que son muy bonitos son los caballos. Y también son muy útiles, pues
se pueden usar para montados, para jalar carretas, para cargar cosas, etc.,
etc., etc.
El
Profesor Jirafales dice que los primeros que usaron a los caballos fueron los
chinos, pero la Chilindrina dice que no, que antes los usaron las yeguas.
Hoy nuevamente seguimos estudiando a los
animales.
El
Profesor Jirafales nos explicó que los animales que comen carne son carnívoros;
los que comen fruta son frutívoros; los que comen insectos son insectívoros, y
así.
Entonces
Quico dijo que los que comen enchiladas son enchiladívoros y los que comen
gordas pellizcadas son gordapellizcadívoros.
Pero el
Profesor Jirafales regañó
a Quico por haber dicho eso.
Luego
preguntó que cuáles eran los animales que comían de todo, y yo respondí que los
que comían de todo eran los ricos.
Cuando el señor Barriga llega a cobrarle la
renta, Ron Damón se pone tan nervioso que se hace bolas al hablar. Por ejemplo:
en vez de decide "Tenga paciencia, señor Barriga", le dice
"Tenga barriga, señor Paciencia". Y de la misma forma le ha dicho
"Tiene usted toda la barriga, señor Razón"; y también "Hágame
una barriga, señor Caridad", etc.
Pero el
señor Barriga ya 10 amenazó con correrla de la vecindad, pues dice que ya está
cansado de ir a cobrar sin que le paguen. Entonces Ron Damón le aconsejó que
descansara quedándose en su casa, pero el señor Barriga le dijo que era un
desvergonzado y que le tenía que pagar los catorce meses de renta que le debía,
y que más valía que 10 hiciera antes de que 10 pusiera de patitas en la calle.
Entonces Ron Damón le dijo que por el momento no tenía dinero, pero que no se
preocupara; que él no olvidaría su deuda durante todos los días de su vida.
Y lo ha
cumplido, pues nunca olvida que le sigue debiendo.
El Profesor Jirafales me regañó porque llevé
las orejas sucias a la escuela; pero ni modo que las dejara en casa, ¿no?
Después me
dijo que yo
debería lavarme las
orejas.
¿Pero
para qué? Si todavía oigo bastante bien.
Y luego
me dijo que también debería lavarme el pescuezo y las manos, y yo le dije que
las manos sí me las había lavado. Lo malo fue que entonces me preguntó que
cuándo me lavé las manos; pero ni que tuviera yo tanta memoria.
Finalmente
me preguntó que cuándo me bañé por última
vez,
pero francamente yo todavía no me baño por última vez. Eso se lo deben
preguntar a los que ya se murieron, porque los que estamos vivos no podemos
saber cuándo será la última vez que nos bañemos.
También
dijo que no me debo bañar después de desayunar. Yeso lo entiende cualquiera,
porque si yo me tuviera que bañar después de haber desayunado, pues no me
bañaría nunca.
En la clase de gramática el profesor nos
explicó que "sintaxis" no quiere decir que haya huelga de taxis en la
ciudad (como pensaba Ñoño), sino que es la forma de ordenar las palabras en la
oración.
Entonces la
Popis dijo que
ella ya sabía
ordenar las
palabras
en la oración, y se soltó diciendo: "Padre nuestro que estás en los
Cielos..." Pero el profesor le dijo que él no estaba hablando de la oración
que le hacemos
a Dios, sino
de la oración en general.
Entonces Popis dijo: "General nuestro que estás en los Ejércitos..."
pero no pudo seguir porque el profesor le dijo que mejor pusiera atención a lo
que él decía.
Y lo que
él decía es que mucha gente está destrozando el idioma y que hay el riesgo de
que luego ya no puedan comunicarse entre sí, como pasó en la torre de papel, *
que fue una torre que estaban haciendo hace muchísimo tiempo, y la cual querían
que fuera tan alta, tan alta, que pudiera llegar hasta
• Obvio que se refiere a la Torre de
Babel.
el cielo. (Pero qué mensos, ¿no? Porque si de
cemento armado está difícil, pues nomás imagínense si fuera de papel.)
De todos
modos el Profesor Jirafales nos dijo que ahí fue donde se separaron las
lenguas. Esto hizo que la Chilindrina pegara un brinco y pusiera cara de susto.
Y así preguntó: " ¿Qué fue lo que dice que pasó?" Y el profesor
repitió: "Que ahí fue donde se separaron las lenguas". Entonces la Chilindrina
preguntó: "¿Pues qué estaban haciendo?" Y el profesor repitió que lo
que estaban haciendo era una torre.
Después
aclaró que al hablar de lenguas él se estaba refiriendo a los idiomas. Lo cual
hizo que Ñoño se pusiera a presumir diciendo que su papá domina muchas lenguas.
Y le preguntó a la Popis que si pasaba lo mismo con su tía Florinda; pero la
Popis le dijo que no, que su tía Florinda no domina ni su propia lengua, pues a
cada rato se la muerde.
El
profesor siguió después explicándonos todo I y dijo que lo que pasó en la torre
de papel fue que todos empezaron a notar que cada uno hablaba un idioma
diferente. (pero no aclaró si luego los doblaban o si les ponían títulos en
español.)
La Chilindrina dice que Doña Clotilde es la
Bruja del 71. (porque vive en la vivienda número 71.) Y lo mismo piensan Quico
y la Popis, pero Jaimito el Cartero dice que no es cierto, pues si fuera una
bruja, ¿por qué no hace una brujería para convertirse en una mujer joven y
bonita?
O sea
que yo tampoco creo en las brujas.
¡Pero de
que existen, existen! No hay manera de saber si es o no es una bruja, pero por
si las dudas, lo mejor es no toparse nunca con Doña Clotilde.
Yo,
cuando me topo con ella, siento mucho miedo y me da la garrotera. O sea que me
quedo trabado y no puedo ni moverme. Y entonces me tienen que echar agua fría
para que me pueda mover.
Por
cierto que un día la Popis me preguntó que qué se siente cuando le da a uno la
garrotera, pero no es fácil de explicar, porque lo que se siente es que uno
empieza a sentir como si no estuviera sintiendo nada. Después ya sientes que no
sientes tanto, y así, hasta que sientes que ya no sientes lo que sientes.
DOÑA
CLOTILDE
LA BRUJA DEL 71
Luego la misma Popis me recordó que Doña
Clotilde está enamorada de Ron Damón; y dijo que sólo una bruja sería capaz de
eso.
Además
la Bruja del 71 a cada rato le regala pasteles a Ron Damón, y la Chilindrina
piensa que a la mejor le pone toloache y otras cosas de ésas que dejan idiota a
la gente. Pero yo pienso que, para ser idiota, a Ron Damón no le hizo falta
comer
nada. Ayer hubo examen de Historia.
Había
diez preguntas. Y yo solamente contesté mal la
primera.
Las
demás no me dio tiempo para contestarlas.
Lo que
pasa con la Historia es que los profesores hacen trampas, pues te preguntan
cosas que pasaron cuando uno ni siquiera había nacido. Y lo peor de todo es que
cada vez se hace más difícil estudiar, porque siempre siguen pasando cosas. En
cambio para los adultos fue muy fácil, pues cuando ellos estudiaron casi no
había pasado nada.
Pero de
todas maneras las clases de Historia son muy divertidas, pues es como si te
contaran cuentos.
Como ése
de que hicieron una Revolución para que mejoraran las cosas.
Después del examen hemos tenido muchas más
clases de Historia, y para que no se me olviden voy a escribir todo lo que
recuerdo.
Había un
presidente que se llamaba Don Porfirio, que fue el que más tiempo soportó a los
mexicanos.
Pero los
presidentes nada más pueden pasársela de presidentes durante seis años, y
cuando se dieron cuenta de que Don Porfirio ya había durado mucho más tiempo,
le dijeron que eso no se valía.
Entonces
llegó uno que se llamaba Francisco Madero (igualito que la calle) y le declaró
la Guerra de la Revolución. ¡Y que va ganando!
Entonces
Francisco Madero se puso a ser presidente; pero nomás tantito, porque
llegó otro que era malísimo y mató a Madero y hasta lo quitó de presidente.
Entonces
empezó otra Guerra de la Revolución. Pero no contra Don
Porfirio, sino todos
contra todos; porque
todos querían ser presidentes El único que no quería ser presidente era
Emilio Zapata.
Lo que
él quería era que todo mundo fuera campesino.
Lo malo
fue que los ricos hacendados preferían ser ricos hacendados antes que ser
campesinos; y como no se ponían de acuerdo, los campesinos empezaron a matar a
los ricos hacendados y los ricos hacendados empezaron a matar a los campesinos.
Y total, que la tierra no la ocuparon ni los campesinos ni los ricos
hacendados, sino los muertos que tenían que enterrar; porque en ese tiempo mataron
a tantos, que el promedio fue que la gente se moría uno por persona.
También
había un vaquero que se llamaba Pancho Villa, el cual tenía muchos amigos y
muchas mujeres. Pero al que más apreciaba era a su caballo, que se llamaba
Siete Leguas. Y se cuenta que Pancho Villa tenía tan buena puntería con la
pistola, que donde ponía el ojo ponía la bala. Y se la pasó poniendo el ojo.
El más
listo de todos se llamaba Carranza, pues era el que mejor sabía leer y
escribir, para lo cual usaba unos anteojos así de chiquitos. Carranza también
sabía hacer leyes. En cambio no sabía ni agarrar una pistola. Mejor agarraba
otras cosas.
Pero el
que más agarraba era uno que se llamaba Obregón, el cual nomás tenía una mano.
Pero con ésa le bastaba.
Lo más
curioso de todo es que en México ha habido muchas calles que tienen nombres de
presidentes, y un presidente que tiene nombre de Calles.
El
otro día, al
regresar de la
escuela, vi que
Jaimito estaba cortando ramas de los rosales que están en las macetas.
Yo le pregunté que por qué maltrataba así a las plantas, pero Jaimito me dijo
que no las estaba maltratando; que nomás les estaba arrancando unos pies.
Por un
momento yo pensé
que Jaimito se
estaba volviendo loco, pero luego me explicó que no es que las plantas
tengan pies como la gente (pues ya se habrían ido), sino que así se les dice a
unas ramitas que les cortan. Después esas ramitas se entierran en otras macetas
y empiezan a crecer hasta que se convierten en rosales que dan flores y toda la
cosa.
Jaimito dice
que estos nuevos rosales vienen siendo los hijos del otro. Y yo le dije que qué
bueno que los niños no nacen como los rosales, pues le tendrían que cortar un
pie a la mamá y luego enterrado en una maceta para que creciera. O sea que cada
mamá no podría tener más de dos hijos.
Lo que
pasa es que
Jaimito sabe mucho
de plantas porque en
Tangamandapio hay muchos árboles y flores y todo eso. Esto lo sabemos porque
Jaimito siempre anda contando cosas bonitas de Tangamandapio, que es el pueblo
donde él nació. Y yo me imagino que debe ser un pueblo muy bonito, pues siempre
que habla de él, Jaimito dice que es "un pueblecito encantador con
crepúsculos
arrebolados". Y al
acordarse termina poniendo ojitos de perro acariciado.
A
Jaimito le gustan tanto las plantas, que ni siquiera se ríe cuando hacen
chistes con eso. Por ejemplo: un día nos estaba platicando de las flores que
tienen perfume, y se enojó cuando Godínez dijo que las plantas más olorosas son
las plantas de los pies.
Luego la
Popis dijo que las plantas más peligrosas son las plantas eléctricas, y otra
vez se enojó Jaimito.
Por eso
yo pienso que Jaimito debería ser jardinero en vez de cartero, pero él dice que
ha sido cartero toda su vida.
Lo malo
es que, cuando regresa del trabajo, siempre llega muy cansado a la vecindad. Y
lo que más le cansa es tener que andar cargando la bicicleta, pues Jaimito el
Cartero no sabe andar en bicicleta.
Pero no
puede decir que no sabe andar en bicicleta, porque si sus jefes llegaran a
saber esto, perdería su empleo de cartero. Y por eso llega tan cansado.
Luego
sigue cansado todo el día. Y por eso no quiere hacer nada: porque prefiere
evitar la fatiga, como dice él.
Yo
creo que lo
que pasó fue
que Jaimito empezó
a trabajar de cartero antes de que inventaran las bicicletas, pues el
probecito es más viejo que las arañas. Claro que él nunca quiere decir cuántos
años tiene, pero yo me imagino que no baja de 400. Por eso el pellejo le cuelga
como moco de guajolote.
De todos
modos, Jaimito el Cartero dice que a él le gustaría pasar sus últimos días en
Tangamandapio, pero yo lo veo muy difícil. A menos que saliera para allá dentro
de quince minutos.
Ñoño se enojó mucho cuando dijimos que su papá
parece tinaco desparramado. ¿Pero nosotros qué culpa tenemos de que su papá
parezca tinaco desparramado?
Después
no había manera de conseguir que Ñoño se pusiera contento. Y por eso nos
amenazó a todos diciéndonos: "Van a ver; los voy a acusar con el tinaco
desparramado". O sea que se le chispotió la verdad, pues lo que él quería
decir era que
.nos
pensaba acusar con su papá.
Y estaba
así cuando lo encontró Doña Clotilde, la cual le dijo que no debía llorar por
eso y que aprendiera de ella que no se enoja cuando le dicen "bruja".
Pero yo estoy seguro de que eso es una mentira, pues he visto muchas veces cómo
se enoja Doña Clotilde cuando le dicen así. Sin embargo, ella insistió en que
estaba diciendo la verdad; y entonces, como prueba, Ñoño le dijo "bruja,
bruja, bruja". (Así: tres veces.) Y Doña Clotilde, como si nada.
Con esto
yo me animé y me acerqué para decirle "bruja", pero Doña Clotilde
siguió sin enojarse. Y lo mismo pasó con la Popis, Quico y Godínez, pues
tampoco se enojó cuando ellos le dijeron "bruja".
Pero
todos estábamos muy contentos por saber que ya le podíamos decir
"bruja" sin peligro alguno, cuando llegó la Chilindrina y nos echó a
perder la fiesta. Y es que ella llegó preguntando que por qué estábamos tan
felices, y yo le respondí que porque Doña Clotilde ya no se enoja cuando le
decimos "bruja"; pero la Chilindrina en vez de animarse se puso muy
seria, como si estuviera dudando. Entonces yo le dije: "Si no me crees ve
y dile bruja para que compruebes que no se enoja". Pero la Chilindrina me
respondió. "Si no se va a enojar, ¿para qué le digo bruja?"
Entonces
los demás nos dimos cuenta del error que habíamos cometido, pues lo bonito de
decide "bruja" era ver la cara de guajolote que ponía Doña Clotilde.
y lo comprendimos mejor al ver que la Chilindrina empezaba a llorar de tristeza
recordando los buenos tiempos. "Esa mujer nos dijo siempre había sido
muy buena con nosotros; pues bastaba con que alguien dijera
aguas, ahí viene
la Bruja del 71
para que al instante
hiciera aquellos gestos
de coraje que
tanto nos divertían. Y ahora, de pronto, la
muy ingrata nos quita esos dulces momentos de felicidad que tanto
habíamos disfrutado."
Luego la
Chilindrina hizo que nos preocupáramos aún más,
pues nos dijo
que lo mismo
podría suceder si
Doña Florinda no se enojara cuando le dijéramos "Vieja
Chancluda". Pero lo bueno
fue que este
comentario lo escuchó
Doña Florinda, quien iba pasando por ahí en ese momento, y se soltó
diciendo que éramos unos "tales por cuales y que eso era lo malo de vivir
entre la chusma. Y todo eso, claro, poniendo esa cara de vela derretida que
tanto nos divierte.
Después
de eso la Chilindrina dijo algo que no entendí muy bien. Pero le pedí que me lo
repitiera para poder escribirlo. Y esto fue lo que ella dijo: "Con esto
que acaba de hacer, Doña Florinda nos está recordando que jamás debemos perder
la fe en el Género Humano".
Ron Damón dice que a él no le daría miedo ir
al Infierno cuando se muera, pues está seguro de que no le echarían más de dos
o tres años de condena. y menos aún si en vez de encerrado en la grande lo
mandaran al Purgatorio Oriente, por ejemplo. O al Purgatorio Norte, digamos.
Yo le
pregunté que cómo podía estar tan seguro de eso, y Ron Damón me dijo que todo
era cuestión de tener algunas "palancas". (Así dijo.) Y él, por
ejemplo, había sido muy amigo del padre José (que falleció el año pasado) y que
seguramente debía estar muy bien parado allá en el otro mundo.
Pero la
mera verdad es que Ron Damón no parecía estar muy confiado que digamos, pues
luego me dijo que si le llegara a fallar la palanca del padre José, no le
quedaría otro remedio más que dar una "mordida". Y esto sí sería
mucho más difícil de conseguir, porque Ron Damón jamás ha tenido ni en qué
caerse muerto. Pero aparte de todo a mí me entró la duda de que en el Infierno
aceptaran "mordidas"; aunque Ron Damón me dijo que de eso no me
preocupara, pues si las acepta un juez, con mayor razón las acepta el Diablo.
Porque ni modo que vaya resultando que el Diablo es un inocente angelito.
En cada salón de la escuela escogieron a un
niño para que hiciera la colecta de la Cruz Roja. Y en mi salón me escogieron a
mí.
Me
dieron un bote pintado de blanco, el cual tiene una cruz de color rojo. En la parte
de arriba tiene dos agujeros que sirven para que la gente eche por ahí el
dinero. Uno es así: como alargadito; y el otro es redondo. (Lo curioso es que
el agujero alargadito es para las monedas, que son redondas, y el redondo para
los billetes, que son alargaditos.)
Pero
resulta que no es nada fácil eso de pedirle dinero a la gente. La Chilindrina,
por ejemplo, dijo que ella ya había dado. Yo
le pregunté que
cuándo, y ella
me contestó que el año
pasado. Entonces yo le dije que era necesario colaborar todos los años, ya que
todos los años hay atropellados, accidentes de tránsito y todo eso; pero la
Chilindrina me dijo que ella qué culpa tenía. Finalmente, sin mucho entusiasmo
que digamos, aceptó echar una moneda.
LA
CHILINDRINA
Yo no pude ver de a cómo era, pero ella me
dijo que había sido de cinco pesos. Sin embargo, para mí que sonó como si
hubiera sido de 50 centavos.
Pero la
Chilindrina al menos puso algo, a diferencia de la Popis que no puso nada. Y
encima de todo hasta quiso hacer un chiste, pues cuando le pregunté que si ella
ya había puesto, la Popis me dijo que ni que fuera gallina. Yo le
aclaré que se trataba de poner dinero, pero la Popis me dijo que no tenía
ni cinco centavos. Entonces la Chilindrina le dijo que algunas personas en vez
de dar dinero dan sangre, la cual es útil porque en los accidentes hay mucha
gente que pierde sangre. A esto la Popis dijo que si la gente pierde las cosas
es por no fijarse dónde las dejan; pero la Chilindrina le explicó que lo que
pasa es que a la gente se le chispa la sangre por las heridas que sufren en los
accidentes, y que luego se los llevan al hospital de la Cruz Roja, donde los
vuelven a rellenar de sangre. La Popis le dijo que ya había entendido; y que no
podía dar dinero, pero que sí podía dar sangre. Pero la verdad es que la muy
mensa no había entendido nada, pues luego dijo que teníamos que esperar a que
mataran a la gallina; y cuando yo le pregunté que a cuál gallina, ella me
contestó que estaba hablando de una gallina que había comprado su tía Florinda
la semana pasada. O sea que la muy mensa estaba pensando que podía colaborar
con sangre de gallina, sin tomar en cuenta que a los seres humanos solamente
se vale
rellenarlos con sangre
de otros seres
humanos.
Entonces
la Popis
preguntó que ella de
dónde. Podía sacar esa
clase de sangre,
y la Chilindrina
le dijo "de
tus narices". y la misma Chilindrina le ayudó dándole un catorrazo.
Lo malo
fue que la Popis no pudo colaborar donando esa sangre, pues la muy mensa se fue
corriendo rumbo a su casa, diciendo que iba a acusar a la Chilindrina con su
tía Florinda.
Entonces
llegó Ñoño, el cual sí colaboró con un billete de veinte pesos para la Cruz
Roja. A mí me consta la cantidad porque vi el billete con mis propios ojos.
Además, el mismo Ñoño nos dijo claramente que colaboraba con veinte pesos,
sabiendo que alguna vez podría suceder que él sufriera un accidente y que lo
tuvieran que llevar a la Cruz Roja. Lo malo es que en ese caso los veinte pesos
no servirían para nada, pues si Ñoño sufriera un accidente, por lo menos harían
falta dos camillas para levantarlo. ¡Y para llevárselo, puede que hasta
hicieran falta dos ambulancias! ¡Y luego para volver a rellenado de sangre! ¡Ni
con un tinaco!
Yo
estaba pensando en todo eso cuando salió Quico de su casa, seguido por la
Popis. Los dos venían muy decididos, pues la Popis había ido con el chisme de
que la Chilindrina le había dado un catorrazo en las narices. Y yo hasta pensé
que Quico le iba a pegar a la Chilindrina; pero no. Me pegó a mí.
Ñoño me
ayudó a levantarme, pero cuando busqué a Quico, el muy cobarde ya había pegado
la carrera. Entonces la Chilindrina se dio cuenta de que yo estaba muy enojado,
y me dijo que me calmara. Luego, como queriendo cambiar la conversación, me
preguntó que si yo ya había dado algo a la Cruz Roja. Yo le respondí que no le
había dado nada, pero que pensaba mandarle algo. La Chilindrina me preguntó que
qué pensaba yo mandar
a la Cruz Roja, y
yo le respondí:
"Un herido". Y esperé a que regresara Quico.
Antes no había tanta población como ahora,
porque entonces nomás estaban Adán y Eva.
O más
bien dicho, nomás estaba Adán, que fue el primer hombre. Lo
que pasó fue
que un día se
quedó dormido, y cuando despertó ya le habían quitado una
costilla. Y luego a la costilla le empezaron a salir manos, piernas, cabeza y
todo lo demás (menos el pito) hasta que se completó la señorita Eva.
Adán y
Eva vivían en un lugar muy bonito que se llamaba Paraíso, que era uno como
bosque lleno de flores, con pájaros, venados y leones. (Pero los leones estaban
amaestrados.)
En el
Paraíso estaba prohibido comer manzanas. Pero una vez llegó una víbora llamada
Serpiente, la cual le aconsejó a Adán y Eva que se comieran varias manzanas. O
sea que era una víbora que ya había aprendido a hablar. Porque antes las
víboras eran tan diferentes que hasta tenían manos. (Esto se sabe porque la
víbora tentó a Eva, y si no hubiera tenido manos,
¿cómo
podía tentarla?) Pero Eva no le dijo a Adán que la víbora la había tentado,
porque los señores se enojan mucho cuando alguien anda tentando a su mujer.
De todos modos Adán y Eva fueron castigados
por desobedientes. Y por eso los corrieron del Paraíso. El que los corrió fue
un ángel que tenía una espada corno las que usaban en la Guerra de las
Galaxias.
Pero
encima de eso todavía recibieron otros castigos. Por ejemplo: Adán tenía que
comer el pan embarrado con el sudor que le escurría de la frente. y a Eva le
pusieron como castigo que le doliera mucho cuando tuviera hijos.
Pero
corno no tenían otra cosa que hacer, se pusieron a tener hijos.
Al mayor
de los hijos lo bautizaron con el nombre
de Caín, y al segundo con el nombre de Abel.
Abel era
un niño muy obediente y muy bueno. Caín, en cambio, siempre le causó
mortificaciones a su mamá. La primera mortificación fue cuando Eva le daba de
comer, pues Caín tenía quijada de burro, corno Quico. Y no es lo mismo darle el
pecho a un bebé común y corriente que a uno que chupa con quijada de burro.
Pero la
peor mortificación que recibió Eva fue cuando los muchachos ya estaban más
grandecitos, pues resulta que un día Caín se enojó mucho con su hermano y lo
golpeó con la quijada. Pero el golpe fue tan fuerte, que Abel cayó al suelo, y
cuando se dio cuenta, ya estaba muerto.
Después,
Adán y Eva también se murieron.
En esta vida hay cosas que son caras porque
cuestan mucho dinero, y otras que cuestan muy poco y por lo tanto son baratas.
Yo, por
ejemplo, soy un niño barato.
Por eso
la Chilindrina me mira con mucha
lástima
y me dice: "¡Pobre Chavito! ¿No te da pena saber que tú eres tú?"
¿Pero yo
qué puedo hacer?
Porque
ya muchas veces nos hemos preguntado que qué nos gustaría ser cuando seamos
grandes, y yo nunca he sabido contestar nada.
Los
demás sí: a la Chilindrina le gustaría llegar a ser presidenta; la Popis quiere
ser actriz de televisión; Ñoño quiere llegar a ser dueño de muchos
restaurantes; Godínez quiere ser futbolista, y Quico quiere ser como su mamá. O
sea que Quico es más idiota de lo que pensábamos, porque hace falta ser idiota
para querer parecerse a esa vieja chancluda que nomás se la pasa regañando a
todo el mundo. Además, cuando la gente se hace grande, los hombres deben
parecer hombres y las mujeres deben parecer mujeres. O sea que Quico va ser de
los que se ponen aretes en las orejas.
Pero luego
Quico nos aclaró
que no, que
eso no es verdad. Y además nos dijo: "Yo solamente
me quiero parecer a mi mamá en eso de tener un hijo como yo".
La gente
dice que en esta ciudad ya no se puede respirar bien porque el aire está muy
condimentado.*
Pero el
Profesor Jirafales dice que, en cambio, la gente no se preocupa mucho por otra
cosa que está peor cada día, como es el ruido.
El ruido
sirve para que uno lo oiga.
Pero lo
malo es que también puede servir para que se eche a perder el oído de mucha
gente, como sucede en las discotecas. Y no es que sea malo escuchar la música;
lo malo es escucharla cuando está a todo volumen. O sea: lo que hace daño es el
volumen. Y por eso es por lo que Ñoño siempre anda enfermo: por el volumen que
tiene.
Además de
las discotecas, lo
que también hace muchísimo daño es el ruido que hacen
las motocicletas. Sobre todo cuando te atropellan.
* Está
claro que el
Chavo quiso decir
que el aire
está "contaminado". Esto significa que no ha podido oír bien la
palabra; lo cual, a su vez, confirma todo lo que dice en esta página.
En la escuela hay una niña nueva que se llama
Pati, pero de cariño le dicen Patricia Jiménez.
Pati se
sienta en el pupitre que está atrás del mío, pero el Profesor Jirafales insiste
en que yo debo mirar al pizarrón en vez de mirar a Pati.
Lo bueno
es que durante el recreo sí me la puedo pasar
todo el
tiempo mirando a Pati.
Cuando
ella corre, su pelo se hace así: muy bonito.
A veces
Pati se me queda viendo. Y entonces yo ya no puedo seguir viéndola a ella, pues
quién sabe por qué, pero cuando ella me ve a mí yo siento algo como que no sé.
Y cuando
se ríe yo siento lo mismo, pero mucho más.
Yo estaba jugando a brincar de cojito, cuando
Quico salió de su casa comiéndose un plátano. Y un momento después me preguntó:
"¿Quieres?" Y yo le iba a responder que sí, porque ese plátano
se me antojaba
muchísimo, pero recordé
que siempre me hace lo mismo: primero me pregunta" ¿Quieres?",
y cuando yo digo que sí, él me dice "Pues compra". O sea que le dije
que no, que no quería, y le expliqué por
qué. Entonces Quico me dijo: "Pues qué lástima, porque esta vez sí pensaba
darte la mitad del plátano". Eso me dio tanto gusto que le dije: "Sí,
sí quiero". Y entonces él me dijo: "Pues compra".
Lo peor
de todo fue que yo no vi dónde tiró la cáscara del plátano. O sea que me
resbalé al pisar la cáscara, y fui a dar al suelo.
Y Quico, en vez de preocuparse, se soltó riendo
como
burlándose
de mí. Entonces yo le rajé dos trancazos en sus cachetes de marrana flaca, y al
instante se puso a llorar recargándose en la pared.
Lo malo
es que Quico llora como si estuviera haciendo gárgaras con agua de cañería. Y
lo hace con tanto ruido, que se oye en toda la vecindad. Por eso Ron Damón
hasta salió de su casa para averiguar qué sucedía. Entonces yo iba a comenzar a
explicarle, cuando llegó Doña Florinda de la calle y le preguntó a su hijo que
qué le pasaba, y Quico le respondió: "Me pegó". Pero como no aclaró
quién fue el que le pegó, Doña Florinda pensó que había sido Ron Damón. Y como
siempre, Ron Damón fue el que salió pagando el pato.
Luego
Doña Florinda le dijo a Quico: "Ven, tesoro; no te juntes con esta
chusma". Entonces Quico le dijo a Ron Damón: "¡Chusma, chusma!"
Después Quico y su mamá se metieron a su casa.
Pero a
Ron Damón le dio tanto coraje, que azotó su sombrero contra el suelo. Y luego
le dio más coraje, porque su sombrero cayó en una caca de perro.
Yo me di
cuenta de que Ron Damón estaba tan enojado,
que de
seguro se quería desquitar conmigo, pero me puse vivo y pegué la carrera.
Lo malo
fue que en ese momento iba llegando a la vecindad el señor Barriga y yo fui a
dar de tope contra su panza y lo tiré al suelo. Entonces el señor Barriga dijo:
"¡Tenía que ser el Chavo del Ocho!" y yo le respondí que "Fue
sin querer queriendo". Pero él contestó que siempre pasaba lo mismo: que
yo siempre lo recibía con un golpe cuando él llegaba a la vecindad, y que
siempre le decía "Fue sin querer queriendo". Entonces yo le dije que
estábamos a mano, porque él repetía también siempre lo mismo: "¡Tenía que
ser el Chavo del Ocho!"
Hoy en la mañana, durante el recreo, Pati
llegó por detrás de mí, me tapó los ojos con las manos y me dijo: "Adivina
quién soy". Y yo supe que era Pati porque es la única que tiene una voz
que se siente bonito cuando la oyes. Pero no le pude decir nada porque empecé a
sentir unas como cosquillas.
Luego la
Chilindrina también llegó por atrás de mí, me tapó los ojos con las manos y me
dijo: "Adivina quién soy".
¡Como si
no fuera yo a reconocer a la muy mensa!
Entonces
la Chilindrina le quitó unos caramelos a Pati y Pati se quedó llorando. Y yo
también sentí unas como ganas de llorar, pero me aguanté.
Mejor
fui y le quité los caramelos a la Chilindrina y se los devolví a Pati. Entonces
fue la Chilindrina quien se puso a llorar.
A mí
me da mucho
coraje oír llorar
a la Chilindrina, porque siempre llora como si la
estuvieran matando; y con esos gritos uno hasta se queda sordo.
¡Qué diferencia con Pati, que cuando llora
nomás hace un ruidito así: muy quedito; y sus ojitos se le ponen así: como
mojaditos, y hasta brillan más!
Finalmente,
yo también lloré. (Porque la Chilindrina me dio una pedrada en la cabeza.)
Si alguna vez me sacara yo la lotería, lo
primerito que me gustaría hacer sería invitarme a comer.
Porque
en esta vida lo más importante es comer.
Porque
si no comes, te mueres.
Y si te
mueres, ¿a qué horas comes?
Y si no vas a comer, ¿para qué te
mueres? Por eso es mejor comer que morirse.
Por
cierto que el Profesor Jirafales dice que el intestino de las personas mide
como seis metros de largo; pero a mí me ha tocado tan poca comida, que por lo
menos debo tener como dos o tres metros de intestino sin estrenar.
Y no
estoy muy seguro, pero creo que la última vez que mastiqué un pedazo de carne
fue cuando me mordí la lengua.
Una vez
me puse tan malo que me llevaron a un hospital muy bonito, donde las enfermeras
se llamaban monjas; y eran tan buenas que me daban de comer tres veces al día.
Pero lo malo fue que nomás estuve enfermo cuatro días y luego ya me alivié. Ahora estoy esperando que otra vez me
vuelva a poner malo, para que otra vez pueda comer tres veces al día.
Ayer fue cumpleaños de Pati. Yo no lo sabía.
Pero lo supe cuando Ñoño llegó y le dio un regalo. Entonces Pati le dio un beso
a Ñoño.
Un día
de estos voy a agarrar a Ñoño y le voy a romper todo lo que se llama cara.
ÑOÑO
De todas las historias que nos ha contado el
Profesor Jirafales, una de las más bonitas es la de un señor que se llamaba
Noé, que fabricaba barcos y juntaba animales.
Un día
Dios le dijo a Noé que ya faltaba poco para el Diluvio, que es como un
aguacero, pero más tupidito. Entonces Noé le preguntó que qué debería hacer, y
Dios le recomendó que fabricara un barco grandisísimo para que cupieran todos
los animales. Y también el elefante.
Pero los
únicos que ayudaban a Noé eran sus hijos (que eran tres) y las
esposas de sus hijos.
En cambio todas las demás personas del pueblo ni
ayudaban ni nada, y nomás se la pasaban burlándose de Noé y pensando que el
pobrecito estaba loco. y Noé les contestaba que los locos eran ellos y que
luego no fueran a quejarse cuando se estuvieran ahogando.
Sin
embargo, más que las burlas de la gente, lo que le preocupaba a Noé era eso de
que tenía que juntar parejas de animales, porque debían ser macho y hembra, y
muchas veces no es tan fácil distinguir cuál es el macho y cuál es la hembra.
Claro
que hay algunos
que sí se
distinguen muy fácilmente (los
burros, por ejemplo), pero hay otros que no sé cómo le hizo Noé para
distinguirlos, como es el caso de los pájaros, los pescados, las víboras, los
gusanos, etc., etc., etc.
Pero sea
como sea Noé logró juntar a todas las parejas de animales y les pidió que
entraran al barco que, por cierto, se llamaba Arca.
Pero
entraron justo a tiempo, pues al ratito el Diluvio se puso a llover; y como
todavía no habían inventado las alcantarillas, las calles empezaron a inundarse
de agua. Y luego siguió lloviendo tan tupido, que al rato ya no se veía el
suelo ni las casas ni nada. Lo único que se podía ver era el barcote, en el
cual iban Noé, su familia y los demás animales.
Noé
pensaba que los demás se iban a morir de
envidia, pero no fue así; se morían de ahogados.
Lo malo
fue que un día, no teniendo mucho qué hacer, a Noé se le ocurrió inventar el
vino. Y claro: se emborrachó.
Pero estaba
tan borracho que ni siquiera
se podía levantar para asomarse a
ver si ya había dejado de llover. Por lo tanto, lo que hizo fue agarrar un
pájaro, al cual le ordenó que saliera a ver si todavía seguía lloviendo.
Entonces uno de sus hijos empezó a burlarse de Noé, diciéndole que los pájaros
no sabían hablar, a menos que fueran pericos. Pero los pericos no saben decir
si está lloviendo o no; lo único que saben decir son cosas como "Daca la
pata, lorito", "Vete a la porra, niña pedorra" y cosas por el
estilo. O sea que de nada servía que mandara al pájaro.
Pero Noé
seguía estando tan borracho que ni siquiera le dio por avergonzarse cuando su
hijo se burló de él. En vez de eso le dio por maldecir a los hijos de su hijo.
O sea que pasó a fregar a los nietos, que ni culpa tenían.
Al otro
día Noé dijo que él no era tan tonto como para esperar que el pájaro hablara en
español, sino que lo mandó para ver si
regresaba seco o
mojado; porque si
regresaba mojado quería decir que seguía lloviendo. Y lo mismo al revés.
Lo malo
era que el pájaro no regresaba ni seco ni mojado. O sea que seguían en las
mismas. Y Noé no podía mandar a otro pájaro porque se le podían acabar. (Ya que
nomás llevaba dos de cada uno.) Hasta que por fin a alguien se le ocurrió
asomarse y vio que el Diluvio ya no estaba lloviendo. Entonces todos bajaron
del barco y se pusieron a tener hijos para reponer a toda la gente que se había
muerto ahogada.
Algunos
de los hijos salieron blancos, otros salieron negros, y otros salieron chinos.
Pero lo
más interesante de Noé fue la cantidad de años que llegó a vivir. (No recuerdo
muy bien, pero creo que fueron más de 900.) O sea que llegó a ser aún más viejo
que Jaimito el Cartero. Y mucha gente se pregunta que cómo es posible que una
persona pueda vivir tanto tiempo; pero lo que sucede es que en aquella época no
había médicos ni hospitales ni nada de eso.
Ayer el Profesor Jirafales nos ordenó que
copiáramos una frase que hay en el libro de Ciencias Naturales. Y es ésta:
"El Ser Humano se vale de los sentidos para entrar en contacto con el mundo
que lo rodea".
Y hoy en
la mañana el profesor preguntó que si sabíamos
cuáles
son los sentidos. Entonces la Popis dijo que los sentidos son los sangrones que
les haces algo y luego ya no te quieren hablar ni nada y hasta te retiran el
saludo.
Pero el
profesor le dijo que él estaba hablando de otra clase de sentidos, que son los
que dice el libro. Y estas sentidos son cinco: la vista, el oído, el olfato (o
sea: la cosa de oler), el gusto y el tacto. (O sea: cuando tientas algo.)
Luego
el profesor le preguntó a
Pati que para qué le
servían
a ella los ojos, y yo me adelanté a responder que a Pati los ojos le sirven
para mirar bonito.
Entonces
la Chilindrina me dio un pellizco que me dejó ardiendo el brazo. Y el profesor
me dijo que la pregunta se la había hecho a Pati. Entonces Pati respondió que a
ella los ojos le servían para dos cosas: para ver cuando está despierta y para
cerrarlos cuando tiene sueño. Pero la Chilindrina le dijo que también le van a
servir para llorar cuando ella le rompa todo lo que se llamara cara. (Lo cual
yo no voy a permitir.)
Además:
el Profesor Jirafales le llamó la atención a la Chilindrina por
andar de peleonera;
pero ella dijo
que daba coraje que respondieran
tonterías. Entonces yo le dije que Pati jamás respondía tonterías. Y esto hizo
que se enojara más la Chilindrina, que me dijo: "Tú mejor cállate el
hocico, Chavo". Y luego añadió: "¿Sabes para qué te sirven a ti los
ojos?" Y yo le contesté que a mí los ojos me sirven para mirar a Pati
Entonces la Chilindrina me dio una patada en la espinilla y me dijo:
"¡Pues no! A ti
los ojos nomás
te sirven para
tener lagañas y chinguiñas".
El
Profesor Jirafales tuvo que calmar a la Chilindrina, lo cual le costó bastante
trabajo. Y luego, cuando parecía que ya se había calmado, el profesor le
preguntó que si ella sabía para qué le servían los oídos, y la Chilindrina
contestó que le servían "para escuchar las pendejadas que decía el
Chavo".
Esto
hizo que el profesor se enojara muchísimo, pues siempre nos ha dicho que a él
no le gustan las groserías. (Pero bien que las dijo un día que se puso a
discutir con Ron Damón.)
Y la
Chilindrina le dijo que a ella tampoco le gustaban esas palabras y que la
prueba está en que solamente las dice cuando está muy enojada. (O sea: lo mismo
que le pasó al profesor cuando discutía con Ron Damón.)
Después ya se calmó la Chilindrina y el
profesor siguió con la lección de Ciencias Naturales.
Nos dijo
que el sentido que sirve para percibir los olores se llama olfato, y que
también hay un órgano que se encarga de eso. Luego preguntó que si sabíamos
dónde está ese órgano, y Godínez respondió que 'el órgano se encuentra en la
parte de atrás de la
iglesia. Pero el
profesor le dijo
que él estaba hablando de la nariz. (Aunque no
aclaró de la nariz de quién.)
Luego el
profesor me preguntó a mí que si sabía lo que es el gusto, y le respondí que
sí: que el gusto es lo que se siente cuando llega Pati. Entonces sentí en la
espinilla otra patada que me daba la Chilindrina. (Cuando ya parecía que se
había calmado. O sea: con razón dice Ron Damón que es imposible entender a las
mujeres).
El
profesor aclaró que al hablar del gusto él se estaba refiriendo a algo que se
siente en la boca. Entonces yo dije que lo mejor que se podía sentir en la boca
sería un beso de Pati. Pero no pude saber si había respondido bien, pues al
instante la Chilindrina me volvió a patear en la espinilla, aparte de darme un
reglazo en la cabeza y un pellizco en el pescuezo.
Lo bueno
fue que el profesor se apresuró a detener a la Chilindrina. Pero cuando la
soltó, ella se puso a decir: "¡Es que ya me tienen aburrida! ¡Que los ojos
para mirar a Pati! ¡Que el oído para escuchar a Pati! ¡Y lo mismo el olfato y
el gusto!" y luego, como si
recordara algo que
la espantaba, terminó diciendo: "¡Y todavía falta el
tacto!" Y se salió corriendo del salón de clases. Entonces el Profesor
Jirafales nos dijo que no nos preocupáramos; que ya volvería a entrar. Y siguió
con la lección, explicándonos que todos los sentidos son importantes. Dijo que,
por ejemplo, es muy lamentable que haya personas que pierden la vista. Y
Godínez dijo que entonces trabajan como árbitros de futbol. Luego habló de los
que pierden el oído, y Ñoño dijo que éstos se dedican a ser cantantes de
"roncanrol". Después dijo que también era lamentable que alguien
perdiera el olfato, pero Pati dijo que no, que eso era bueno, pues los que
pierden el olfato no sufren cuando entran al baño en un cine.
Finalmente
el profesor habló del tacto y preguntó que cómo podíamos averiguar, por
ejemplo, si una cosa era lisa o arrugada. Y la Popis respondió: "Según si
tiene mi edad o la de usted".
El
profesor dijo que mejor ponía otro ejemplo y preguntó que cómo podíamos
averiguar si un objeto tenía espinas. Y yo le respondí que observáramos
cuidadosamente el objeto, y si era chayote, de seguro tenía espinas.
Para
entonces el profesor parecía ya como desesperado, pues hasta gritó diciéndome:
"¿Para qué te sirven a ti las manos?" Y yo contesté que ojalá me
sirvieran para hacerle un cariñito a Pati: pero apenas acababa de responder
cuando me di cuenta de que
la Chilindrina acababa de regresar.
y se me acercó diciendo: "Yo voy a decir para
qué me sirven a mí las manos". Y le sirvieron para darme una golpiza que
ni cuando me la partí con Godínez.
El
Profesor Jirafales nos
ordenó que lleváramos
un trabajo acerca de la desnutrición, pero yo no tenía ni la menor idea
de lo que debía escribir. Entonces la Chilindrina me dijo que no hacía falta
que escribiera nada, que bastaba con que llevara una fotografía mía.
Hoy apareció en la vecindad un letrero que
dice: "En esta becindá están probidos /os animales". O sea que lo
copié tal como estaba escrito, pero el Profesor Jirafales ya nos dijo que ese
letrero tiene muchas faltas de mala ortografía. Lo que pasó fue que lo escribió
Ron Damón, que es muy bruto.
Pero la
idea no fue de Ron Damón, sino que fue de Doña Florindaj nomás que ella le pagó
a Ron Damón para que escribiera el letrero, porque a Doña Florinda es a la que
no le gustan los animales. (Con excepción de Quico.)
Doña
Clotilde (o sea la Bruja del 71) se enojó mucho cuando vio ese letrero, pero
Jaimito el Cartero le dijo que no se preocupara, que mientras ella pagara la
renta a tiempo, nadie le podía prohibir que viviera aquí. Entonces Doña
Clotilde se enojó también con Jaimito, y le dijo que ella no era ningún animal.
Jaimito le preguntó que entonces por qué se había enojado al ver el letrero, y
Doña Clotilde respondió que porque ella tenía un perrito.
Por cierto que el perrito de Doña Clotilde es
muy bonito, pero muy delicado. (Porque es de una raza muy fina.) Por eso le dan
de comer mejor que a mí; porque yo no soy de raza fina, sino más bien
corriente.
Doña
Clotilde es muy cariñosa con su perrito y lo cuida como si fuera su hijo. Y la
Chilindrina dice que eso se debe a que Doña Clotilde es una solterona; porque
dice que a las solteronas casi nunca les da por tener hijos. Y por eso en vez
de hijos tienen perros.
Pero las
mujeres engordan mucho cuando van a tener un hijo, y yo no
recuerdo que Doña Clotilde hubiera engordado cuando iba a tener al
perro. O sea que no es lo mismo.
Después
ya se supo que Doña Florinda mandó poner ese letrero porque
se enojó mucho
cuando el perrito
de Doña Clotilde se metió a su
casa y se cagó en la alfombra de su casa. Pero de nada le sirvió, porque
después de que había puesto ese letrero, el perrito se volvió a meter a su casa
y se volvió a cagar en la alfombra de la sala. Y es que a Doña Florinda se le
olvidó que los perros no saben leer.
Pati ya no va a la escuela.
Creo que
su familia se fue a vivir a otro lugar y cargaron con ella. Pero yo no sé dónde
estará ese otro lugar.
¿Dónde
estará Pati?
¿Qué
estará haciendo?
Ahora
hay otra niña que se sienta en la misma banca donde antes se sentaba Pati ¡Pero
qué diferencia!
Además:
a mí no me parece bien que llegue alguien y ocupe el lugar de Pati. Por eso la
quité de ahí.
Luego
supe que fue el Profesor Jirafales quien puso a la otra niña en ese lugar. Pero
para poner eso, mejor no hubiera puesto nada.
Hoy por la mañana, en la escuela, el Profesor
Jirafales nos contó la historia de Cristóbal Colón, que es muy interesante.
Cristóbal
Colón era un descubridor que una vez fue a ver a la reina de España y le dijo
que él tenía muchas ganas de ir a descubrir América. La reina dijo que le
parecía buena idea y que qué esperaba para hacerlo. Entonces Colón le dijo que
no tenía dinero suficiente para los pasajes; pero la reina le dijo: "No te
preocupes; yo consigo".
La reina
que se llamaba Isabel y se apellidaba La católica se fue
derechito a vender unas joyas muy
valiosas que ella tenía, y así consiguió suficiente dinero para comprar tres barcos
con sus respectivos marineros, y se los regaló a Colón.
Poco después
Cristóbal Colón salió
muy contento a descubrir América. El iba en el barco
principal, que se llamaba "la Santa Marina". Los otros dos se
llamaban "La Tinta" y "La Piña". Y no deben haber sido unos
barcos muy buenos, porque al hablar de ellos Colón no decía que eran barcos; él
decía que eran calaveras. Pero la verdad es que si te regalan algo no se vale
que te pongas a exigir.
Pero no
era fácil descubrir América, pues para esto había un problema muy grande: que
nadie sabía dónde estaba. Sin embargo, cuando menos se lo esperaban, un marinero
empezó a gritar: "¡Tierra a la vista!", entonces todos se asomaron y
se dieron cuenta de que era América.
Ahí
había muchos indios que se asombraron muchísimo cuando vieron que los
descubridores ya sabían montar a caballo. Porque los indios no conocían los
caballos y pensaban que eran mitad hombre y mitad animal. (La mitad animal era
la de abajo.) Pero luego los descubridores se tuvieron que desmontar para poder
ir al baño, y entonces los indios se dieron cuenta de que eran personas como
ellos, pero con barba. Y dijeron "menos mal".
Muy
pronto los descubridores se dieron cuenta de que había muchos indios que vivían
en las pirámides.
Y había
otros que morían en las pirámides.
Los que
morían en las pirámides era porque les arrancaban el corazón con un como cuchillo.
Ellos decían que eran sacrificios humanos; pero yo pienso que no eran humanos
sino todo lo contrario: muy inhumanos.
Después
había algunos que hasta se comían a los muertos. Hasta que los descubridores
les dijeron que no está permitido comer carne, de gente. Y menos en Cuaresma.
Luego
Cristóbal Colón regresó a España y la reina le preguntó: "¿Cómo te
fue?" Y él respondió: "Bien; hasta eso".
Pero Cristóbal Colón estaba tan contento de
haber descubierto América, que le dieron ganas
de venir a descubrirla otra vez.
En total
la descubrió cuatro veces. y así, hasta que se murió.
¿Qué estará haciendo Pati?
Anoche Quico nos invitó a ver un partido de
fútbol en la tele de su casa, pero al rato llegó Doña Florinda y dijo que el
fútbol era un espectáculo que sólo estaba bien para la chusma.
Y añadió
que a ella lo que le gustaban eran las telenovelas. Por lo tanto cambió de
canal y puso una telenovela. Y lo peor de todo fue que ni el mismo Quico
protestó, pues el muy menso se puso a ver tranquilamente la telenovela, en
compañía de su mamá y la Popis.
Pero
entonces, cuando yo ya estaba a punto de salirme de ahí, que va llegando a toda
velocidad el Profesor Jirafales, diciendo: "Pronto, Doña Florinda, ponga
el canal donde está el fútbol". Esto hizo que Doña Florinda pusiera cara
de vela derretida. y preguntó: "¿Que ponga qué?" El canal donde está
el fútboldijo el profesor; ¿qué no ve que hoy es la final del campeonato?
Entonces
Doña Florinda le preguntó al profesor que si a él le gustaba el fútbol, y el
profesor dijo que le encantaba. Y Doña Florinda dijo que a ella también. De
modo que al ratito ya estábamos viendo el partido.
Y
gracias a esto yo pude aprender muchas cosas acerca del fútbol. Por ejemplo:
para ser un buen futbolista lo primero que hace falta es tirar muchas patadas,
pues así puede ser que hasta le des alguna vez al balón. Luego hay que
acercarse al contrario y jalarlo de la camiseta, de los calzones, de los brazos
o de los pelos. Después hay que dejarse caer para que el árbitro marque
pénalti.
También
aprendí que algunos jugadores patean mejor la pelota con la pierna derecha y
otros con la izquierda. Otros la patean mejor con la cabeza. Además de los
futbolistas, en el campo también hay árbitros y abanderados.
Los
árbitros están ahí para expulsar del campo a los jugadores que protestan por
algo. Y los abanderados están para levantar su banderita cada vez que alguien
se dispone a meter un gol.
Los del
público se divierten mucho arrojando a la cancha toda clase de objetos, como
cohetes, botellas, naranjas chupadas, rollos de papel de baño, etc., etc., etc.
Unos quieren que gane un equipo y otros quieren que gane el otro equipo. Pero
cuando el contrario anota un gol, el que lo anotó estaba en fuera de lugar.
Los que
se la pasan
hablando durante el
partido se llaman comentaristas.
Pero también hay otros que se llaman cronistas. Y otro que se llama Fernando. Y
todos ellos, según
Pero de todos modos el fútbol es muy bonito.
Ayer,
cuando entrábamos al salón de clases, yo maté una araña de un pisotón. Lo malo
fue que la araña estaba en el zapato del Profesor Jirafales, el cual se enojó
mucho y me regañó. O sea que hizo mal, porque en vez de regañarme debía haberme
dado las gracias, ya que le salvé la vida evitando que la araña lo picara. Él
dijo después que la araña no era venenosa y que por lo tanto no había peligro,
pero ni modo que uno se ponga a preguntarles a las arañas si son o no son
venenosas. Lo mejor es darles el pisotón y ya después averiguas.
Entonces
el profesor nos preguntó: "¿Ustedes saben lo que pasaría si matáramos a
todos los insectos que hay en el mundo?" Y Ñoño respondió: "Lo que
pasaría es que extrañaríamos mucho a la Chilindrina" .
Eso nos
dio mucha risa a todos, menos a la Chilindrina, la cual se puso muy seria y le
dijo a Ñoño: "Pues fíjate que yo prefiero ser un insecto y no un
elefante". Y entonces empezaron a pelea se, pero como mi lugar en la clase
está entre Ñoño y la Chilindrina, la mayoría de los golpes los recibí yo.
Lo
bueno fue que
el Profesor Jirafales
separó rápidamente a los dos peleoneros. Y luego explicó que si
matáramos a todos los insectos que hay en el mundo, lo que pasaría es que
pasarían muchas cosas malas. Por ejemplo: se acabarían muchas
plantas que necesitan
insectos para que lleven el polen de una flor a otra. (El
polen es uno como polvito que usan las flores para tener hijos.)
Entonces
yo dije que sería imposible que pudiéramos matar a todos los insectos, porque a
leguas se nota que hay muchos más insectos que gente. O sea que bastaría con
que ellos nos echaran montón para acabar con nosotros.
El
profesor dijo que yo tenía razón, pero que de todas maneras hay otros animales
que ya se están agotando.
Entonces la
Popis dijo que si se
están agotando es porque han estado haciendo demasiado
ejercicio; pero el profesor explicó que "agotarse" también quiere
decir "acabarse" o "extinguirse". Y como ejemplo dijo que
hay un pájaro que se llama Pájaro de Fuego que ya está a punto de extinguirse.
Después el profesor nos preguntó:
" ¿
Ustedes saben quién está haciendo que se extinga?" Y Godínez contestó:
"Si el pájaro es de fuego, los que lo tienen que extinguir son los
bomberos".
Pero el
profesor dijo que es el Hombre quien está acabando no sólo con esos pájaros,
sino también con muchos otros animales.
Sin embargo reconoció que también hay animales
que perjudican a la Humanidad. Y entonces Quico dijo que ahí estaban como
ejemplo las pulgas, que además de molestar a la gente también molestan a los
perros. O sea que no sólo perjudican a la Humanidad, sino también a la
Perreridad.
Luego la
Popis recordó que a ella la perjudicó un caballo, porque la tiró al suelo
cuando ella lo estaba montando. Pero luego se dio cuenta de que la culpa había
sido de ella misma, pues la muy tonta dio vuelta a la derecha cuando el caballo
estaba dando vuelta a la izquierda. O sea: lo que pasa es que la Popis no sabe
montar a caballo. Bueno, yo tampoco sé montar, pero me
imagino que no
debe ser tan
difícil; que todo
es cuestión de saber guardar el equilibrio y agarrarte muy bien de
las riendas. Entonces la Chilindrina dijo que yo tenía
razón. "Pero hay algo muy importante añadió: entre el caballo y
tú, el caballo es el único que debe agarrar las riendas con el hocico."
Después
Ñoño comentó que a su papá también lo había perjudicado un caballo. Pero la
Chilindrina dijo que seguramente había sido al revés: que el señor Barriga
había perjudicado al caballo por haberlo montado, pues no hay caballo que
soporte tantisisísimo peso encima. Pero Ñoño dijo que su papá jamás había
montado a un caballo. Entonces le preguntamos que si algún caballo había
pateado a su papá, y Ñoño respondió que no,
que eso tampoco;
que él hablaba
de un caballo
que perjudicó a su papá por haber entrado en último lugar en el
hipódromo.
Luego me preguntaron a mí y yo respondí que
los animales que más perjudican son los perros cuando les da rabia y los gatos
cuando les da por rasguñar.
Finalmente,
la Chilindrina dijo que el animal que más está perjudicando a la Humanidad es
la cigüeña.
Ayer por la tarde Doña Clotilde le regaló unas
empanadas a Ron Damón.
Pero la
Chilindrina dijo que esas empanadas podían tener alguna brujería para embrujar
a su papá, porque Ron Damón nunca ha querido casarse con Doña Clotilde, que es
lo que ella más quiere en la vida. Entonces la Chilindrina me dijo que se debía
sacrificar probando las empanadas antes que su papá. O sea que se comió una
empanada. Entonces yo le dije que yo también me quería sacrificar un poquito. O
sea que yo también me comí una empanada. Y luego los dos seguimos sacrificándonos
Hasta
que nos acabamos las empanadas
¡De
veras que es bonito sacrificarse por los demás!
Lo malo
fue que Ron Damón llegó cuando yo me estaba sacrificando con
la última empanada,
y se enojó
mucho conmigo. Con la Chilindrina no se pudo enojar porque ella ya no
estaba ahí. Y es que ella había visto por la ventana que se acercaba su papá, y
recordó que tenía algo muy importante que hacer.
O sea que la Chilindrina no me pudo ayudar a
explicarle a su papá que
nos habíamos sacrificado
por él; y como
Ron Damón es muy bruto, no entendió nada. Y hasta me dio un coscorrón en
la cabeza.
LA
POPIS
El Profesor Jirafales me castigó porque dije
que Quico es un idiota. Yeso no fue justo, pues el profesor mismo nos dice a
cada rato que siempre debemos decir la verdad.
Bueno,
tal vez yo me equivoqué; pero nomás tantito, porque yo
dije que Quico
era idiota de
nacimiento, y la ,Chilindrina dice que no; que Quico no es
idiota de nacimiento, sino por mayoría de votos.
La
votación la hicimos en la escuela todos los niños del salón, y resultó que el
único voto en contra era el del mismo Quico. O sea que con eso demostró ser más
idiota de lo que pensábamos, pues solamente los idiotas no se dan cuenta de que
son idiotas.
¡Con
decir que hasta la misma
Popis había votado a favor! Yeso que la Popis es prima de Quico.
¡Y se le nota!
Por
ejemplo: un día el Profesor Jirafales estaba hablando de los cuatro puntos
cardinales, y la Popis dijo que los cardinales son como los obispos, pero con
otro gorrito.
Y otro día el profesor estaba contando que
México perdió la mitad de su territorio, y la Popis dijo: "Por no fijarse
dónde dejan las cosas",
El Profesor Jirafales dice que la escuela es
la fuente del saber, y que los niños vamos ahí para beber de esa fuente. Pero
la Chilindrina dice que la Popis jamás ha bebido ni un gota de agua de esa
fuente del saber, que no ha pasado de hacer gárgaras.
Lo que pasa
es que, según la Chilindrina, la Popis es la persona más mensa que ha ido a esa
escuela. Pero yo pienso que Quico le gana.
Bueno, también
da la casualidad
de que la
Po¬pis y Quico son primos. O sea
que lo malo es de familia.
y Ñoño dice que lo que pasa con la Popis y
Quico es que ninguno de los dos ha estrenado su cerebro. Pero yo pienso
que eso es bueno, porque las cosas que no sirven es mejor no usarlas.
Hay quien dice que en la vecindad vive algún
ratero, pues últimamente han desaparecido muchas cosas que ya se las robaron.
Aunque también podría ser que las cosas hubieran desaparecido por magia de la
Bruja del 71; pero ya le pregunté y ella me dijo que no. Por cierto que la
Bruja del 71 se enojó mucho conmigo por haberle hecho esa pregunta, porque dijo
que era tanto como decirle bruja a ella. Pero eso no es verdad, pues yo ni
siquiera me atrevo a pensar que la señorita Clotilde sea una bruja. Porque no
vaya a ser que me adivine el pensamiento y me convierta en sapo.
O sea
que sí debe haber un ratero en la vecindad. Lo cual está mal hecho, porque
nadie se debe robar las cosas ajenas que pertenecen a otros.
Algunos
piensan que el ratero puede ser Ron Damón.
Pero yo
no lo creo, pues el otro día se robaron la plancha de Doña Florinda, y Ron Damón
nunca ha sido tan valiente. Porque Ron Damón sabe que Doña Florinda le puede
romper todo lo que se llama cara; como una vez que le dio como media hora de
cachetadas y le dijo que a la próxima le iría peor.
Jaimito
el Cartero tampoco puede ser capaz de robar, pues él prefiere evitar la fatiga.
Y
algunos dijeron que el ratero era yo, pero no es cierto. Me caí. Yo nada más me
he robado algunas cosas de comer. Como una vez que me robé una rebanada de
pastel que dejó Doña Clotilde en la ventana de su casa. Pero fue sin querer
queriendo, porque yo no
me quería robar
esa rebanada de pastel; yo nada más la quería probar. Y
después probé otro poquito.
Y
después probé lo demás.
~ G'
____ I
RON DAMÓN
El señor Barriga sigue pensando que Ron Damón
es el ratero de la vecindad, ya que sigue sin pagarle la renta.
Pero la
Chilindrina le dijo
que son dos
cosas muy distintas, pues los
rateros se esconden y se disfrazan, mientras que Ron Damón anda siempre con la
cara descubierta. Y yo apoyé a la Chilindrina, pues les dije que, teniendo la
cara que tiene Ron Damón, hace falta ser
valiente para traerla descubierta.
A la
Chilindrina no le gustó lo que yo dije, y hasta aseguró que eso no servía para
apoyar a su papá.
Después
la misma Chilindrina dijo que ella estaba hablando de los que se tapan la cara
con pañuelos o con lo que sea. Que no se puede confiar en ellos.
En eso
sí estuvo de acuerdo el señor Barriga; pero nos contó que también hay muchos
otros que andan vestidos de traje y corbata, y que son los que más roban.
Y nos
explicó que estos rateros de traje y corbata se disfrazan a veces de cosas que
los niños todavía no podemos comprender
muy bien, pero que luego, cuando seamos adultos, los vamos a encontrar hasta en
la sopa.
Todo mundo sigue hablando del ratero que debe
haber en la vecindad. Y yo dije que me gustaría ser el Chapulín Colorado para
poder agarrado, pero Quico dijo que yo no servía para eso.
Entonces
yo le dije que sí, y que ya hasta tenía un plan para aga¬rrar al ratero, el
cual consistía en dejar algo a la vista de todo mundo y ponemos a espiar para
descubrir quién es el que llega a robar.
Esta
idea le gustó mucho a Quico, pues dijo que sería como jugar a policías y
ladrones, pero de a de veras. Y entonces quedamos en que eso era lo que
debíamos hacer.
Ojalá dé
buenos resultados.
Anoche hicimos lo que habíamos planeado: Quico
sacó de su casa la licuadora que usa su mamá para cocinar y la colocamos en
medio del patio. Luego nos escondimos y nos pusimos a espiar para
ver quién era el que llegaba
y se
la robaba.
Poco
después llegó Ron Damón, el cual tropezó con la licuadora y azotó como chango
viejo. Luego se levantó enojadísimo
y le dio
una patada a
la licuadora. Pero
estoy seguro de que le dolió más a él que a la licuadora, pues entró
cojeando a su casa. (Y echando muchas mentadas.)
Pero no
se robó la licuadora. O sea que se sigue comprobando que Ron Damón no es el
ratero de la vecindad.
Lo malo
fue que, con la patada, la licuadora fue a dar a un
rincón
donde no era fácil que la pudieran ver los que pasaban por ahí.
Sin
embargo, después de un buen rato, Quico y yo vimos que entraba por el portón un
tipo que no vive en la vecindad, el cual caminaba como haciéndose pendejo. Y ya
estaba a punto de salir
nuevamente por el
portón, cuando descubrió
la licuadora. Entonces la agarró y salió corriendo a toda velocidad.
O sea
que lo más probable es que ese tipo sea el ratero.
Pero,
tal como yo sospechaba, no vive en la vecindad.
Hoy en la mañana vimos que Doña Florinda
estaba muy preocupada, diciendo que el ratero se había metido a su casa y que
se había robado la licuadora acabadita de comprar.
Y
solamente Quico y yo sabemos que el ratero no se metió a su casa, sino que se
robó la licuadora del patio. Sin embargo, no quisimos decir nada hasta estar
bien seguros.
Por lo
tanto, al anochecer hicimos lo mismo que el día anterior, nomás que esta vez lo
que pusimos en el patio fue una cafetera eléctrica que también sacó Quico de su
casa. Pero el resultado fue igual, pues volvió a entrar el mismo tipo y se robó
la cafetera.
O sea
que ya es mucha coincidencia, ¿no?
Doña Florinda sigue sin saber la verdad, pues
hoy en la mañana comentó que le robaron su cafetera eléctrica; pero sigue
creyendo que el ratero se metió a su casa para robársela, y ni siquiera
sospecha que la cafetera estaba en el patio cuando el ratero se la robó.
Pero
Quico y yo lo habíamos visto con toda claridad cuando lo estuvimos espiando.
Sin embargo,
para que no
quede ninguna duda, decidimos repetir la prueba por
tercera vez. y ya nomás estoy esperando que Quico salga de su casa con la
tostadora de pan que le acaba de regalar el Profesor Jirafales a Doña Florinda.
La vamos a dejar también en medio del patio para espiar y ver quién es el que
se la roba; pero segurito que va a ser el mismo tipo.
Anoche estuve espera y espera y nada que salía
Quico de su casa con la tostadora de pan. Y creo que luego me quedé dormido.
Pero hoy
al mediodía me contó la Chilindrina que estuvo oyendo una conversación entre
Doña Florinda y el Profesor Jirafales, donde ella decía que estaba tristísima
porque había sorprendido a Quico cuando éste trataba de robarse la tostadora de
pan que le acababa de regalar el profesor.
Pero lo
peor de todo fue que, según oyó la Chilindrina, Quico dijo que toda la idea
había sido del Chavo del Ocho. (Que soy yo.) O sea que ora ni de loco me acerco
a casa de la Vieja Chancluda.
De todo
eso, lo único bueno fue que Doña Florinda contó
de qué
manera había sorprendido
a Quico: quedándose despierta para espiar y ver quién
entraba a robar.
O sea
que copió descaradamente mi plan.
A mí me gusta mucho escuchar la música. Pero
nada más cuando la música es bonita. O sea: cuando sientes bonito al escuchada.
En cambio hay canciones que nomás las oyes y dan ganas de taparse las orejas.
El
Profesor Jirafales dice que hay tres clases de notas musicales: negras, blancas
y redondas. Pero yo creo que se equivocó, pues en realidad todas son
redonditas. Lo que sí es diferente es que algunas tienen un palito y otras no.
Y también son diferentes los palitos, porque a veces tienen unas como
banderitas.
También
dijo que las blancas valen el doble que las negras, pero la Chilindrina le dijo
que eso lo piensan únicamente los racistas; o sea, los blancos que no se llevan
bien con los negros.
Luego el
profesor nos preguntó que si sabíamos cuáles eran las redondas, y yo dije que
las redondas eran las hermanas de Ñoño.
A todo
mundo le dio mucha risa, menos a Ñoño, el cual me aventó a la cabeza un trompo
de madera maciza y me sacó mucha sangre. Entonces yo le dije: "La próxima
vez aviéntame a tu hermana". Pero la Popis dijo: "No, Chavo; te
aplasta". De todos modos el profesor tuvo que separamos.
Al rato
prosiguió la clase, y el Profesor Jirafales dijo que en la música no sólo son
importantes los sonidos, sino que también son muy importantes los silencios.
(¡Sobre todo cuando canta Quico!)
Después,
cuando salimos a recreo, Ñoño me pidió que le devolviera su trompo. Y yo se lo
devolví, pero a la mera panza.
Ron Damón me invitó ayer a ver una corrida de
toros en su tele; pero me gusta más el futbol.
En la
corrida ganaron los toreros. ¡Yeso que los toros eran seis y los toreros nomás
tres!
Es
verdad que los toros tienen cuernos y los toreros no. Pero en cambio los
toreros tienen espada y los toros no. Además: a los toreros los ayuda el
picador, que es un
gordo de
a caballo que tiene una como lanza. Y también los otros que van y les clavan
banderillas a los toros cuando se descuidan.
Lo
primero que hacen los toreros es marear a los toros con un capote que por un
lado es rojo y por el otro no. Y como a los toros no les gusta el color rojo,
lo que tratan de hacer es cornar al capote. Por eso el torero debe estar muy
listo para quitar el capote antes de que el toro lo cuerne. Pero hay toros que
son más listos que el torero, y hacen como que van a cornar al capote, pero lo
que hacen es cornar al torero.
Las
cornadas duelen muchisisisisísimo, porque
les sacan sangre. Después van y
entierran banderillas en la espalda del toro, lo cual también duele
muchisisisísimo. Porque los toros sienten igual que la gente. Nomás que ellos
no pueden hablar en español y por eso no dicen nada. Pero se nota.
Después
agarran otro capote que se llama muleta, pero que no se parece a las que usan
algunos para poder caminar. (O sea que son de trapo.)
Estas
muletas sirven para que el torero siga toreando otro rato.
Pero
antes el picador ya le encajó su lanza al toro. Yeso también les duele
muchisisísimo.
Yo no sé
si los toros tienen lágrimas en los ojos como todos nosotros. Y como no los
pude ver de cerquita, no sé si estaban llorando, pero les hacen tantas cosas,
que yo creo que sí. y después hasta los matan.
Hoy por
la mañana, durante la hora de recreo, en vez de jugar estuvimos discutiendo
cosas de la Historia de México.
Ñoño
dijo que el cura Hidalgo dio gritos de dolores porque le dolía el estómago;
pero la Popis dijo que no, que el grito lo dio la esposa del cura Hidalgo, que
se llamaba Dolores y de cariño le decían Lolita. Yo pensé que eso no podía ser
cierto porque los curas tienen prohibido casarse con su mujer. Entonces la
Chilindrina dijo que la mayoría no se casan, pero que hay unos cuantos que sí.
Que lo que sucede es que los curas que se casan dejan de ser curas y se ponen a
trabajar de militares. Al cabo que así también mandan muchas almas al Cielo.
Después
entró Godínez a la discusión y dijo que el cura Hidalgo sí estaba casado, pero
no con Lolita, sino con España, porque Hidalgo es el Padre de la Patria y España
es la Madre Patria. Además, Godínez nos enseñó una página del libro de
Historia donde dice:
"Llegó el cura
don Miguel Hidalgo
y Costilla." O sea que llegó con su esposa.
GODÍNEZ
Lo que
sí sabíamos era que el más amigo de Hidalgo se llamaba San Miguel Allende. Y
también tenía un amiga que se llamaba Corregidora Ortiz de Domínguez, que se
hizo muy famosa porque la retrataron en las antiguas monedas de cinco centavos.
Por cierto que el Profesor Jirafales había regañado a la Chilindrina, pues cuando
le preguntó que cuál había sido el mayor enemigo de doña Corregidora, la
Chilindrina contestó: "Su peinadora".
En la
clase también hubo
otra discusión cuando
el profesor preguntó que cuál había sido el mayor obstáculo de los
Insurgentes. Yo dije que los semáforos y la Popis dijo que los policías de
tránsito. Godínez dijo que los baches, pero la Chilindrina dijo que no, porque
los baches no están en Insurgentes sino en las demás calles. Luego Ñoño dijo
que, para su papá, el mayor obstáculo de los Insurgentes es eso de que esté
prohibido estacionar ahí el carro. Y los demás opinaron otras cosas, pero
cuando estaba más animada la conversación, el profesor dijo que él no hablaba
de la Avenida Insurgentes, sino del ejército donde trabajaba el cura Hidalgo, y
que su principal obstáculo había sido que no estaban bien organizados.
O sea:
lo mismo que los semáforos y los policías.
Al cura
Hidalgo lo que más le gustaba comer eran las albóndigas con granaditas.
Pero lo
más triste de todo fue que el cura Hidalgo no pudo ver el final de la guerra
porque antes ya lo habían fusilado. La culpa la tuvo uno que andaba de traidor,
pues fue de rajón con los españoles, y entonces los españoles lo agarraron
prisionero, le pusieron unas esposas en las manos y se lo llevaron.
Pero eso
pasó cuando apenas comenzaba la guerra que duró once años. O sea que tiene más
mérito el triunfo de los Insurgentes, porque desde el principio se quedaron con
un hombre menos.
Lo malo
fue que después de la guerra los Insurgentes empezaron a discutir unos con
otros porque todos querían ser presidentes. Pero los más avorazados eran dos
que se llamaban Agustín y Turbide, que hasta querían ser emperadores. Y en
castigo también a ellos los fusilaron. Y desde entonces nadie quiere ser
emperador. O sea: todos quieren ser presidentes.
La Chilindrina consiguió que Jaimito le
prestara su plancha. Yo le pregunté que para qué la quería, si ella nunca se
ponía a planchar su ropa, ya que esto lo hacía siempre su bisabuela. Pero la
Chilindrina me dijo que quería la plancha para planchar a Serafina, que así se
llama la muñeca de la Popis.
La Popis
se enojó mucho cuando supo lo que
quería hacer la Chilindrina con su muñeca, pero la Chilindrina le dijo que eso
era lo que estaban haciendo últimamente todas las actrices de televisión:
plancharse la cara. Y como ejemplo nos enseñó una revista donde había fotos y
donde hablaban de muchas artistas que habían hecho eso.
Y la
verdad es que, por las fotos, sí se notaba que tenían el pellejo más lisito. O sea:
no tan arrugado como lo tenían antes.
De todas maneras a la Popis le entró la duda.
y dijo que permitiría que la Chilindrina le planchara la cara a su muñeca
Serafina, siempre y cuando antes se la planchara a su abuela Doña Nieves. (La
cual tiene el pellejo más arrugado que una tortuga vieja.) Pero Doña Nieves
dijo que ni loca que estuviera.
Por lo
tanto, la Popis seguía dudando que se pudiera hacer eso de mejorar la cara de
la gente con operaciones de los doctores;
aunque en las
fotos de la
revista se notaba
que también había muchas narices diferentes. (pero diferentes de las que
cada una había tenido antes, pues las nuevas eran todas igualitas.) Además
había párpados que ya no parecían paraguas descompuestos, y papadas que ya no
parecían balones mal inflados.
Pero la
Chilindrina le dijo a la Popis que no sólo se puede mejorar la
cara de las
personas, sino también
el cuerpo. Entonces la Popis le dijo: "¿Y qué esperas para ir a que te pongan
el medio metro de estatura que te hace falta?"
Lo bueno
fue que la Popis se agachó cuando la Chilindrina le aventó la plancha a la
cabeza.
La Chilindrina dijo que eso lo hacían mediante
una operación, pero que venía siendo lo mismo que plancharse la cara.
Hablando de las operaciones que cambian a la
gente, recordé que una vez Ñoño nos contó que tiene unos primos que son gemelos
(o sea: que nacieron el mismo día), los cuales son muy parecidos. (Sobre todo
uno de ellos, pues el otro no tanto.) Lo que pasó fue que el otro nació con
unos riñones que no le salieron muy buenos. (Antes no se habían dado cuenta
porque los riñones están por dentro.) Pero entonces recordaron que su hermano
gemelo era muy parecido, y por lo tanto le podía pasar uno de sus riñones, ya
que los riñones se dan de a dos por persona.
Y así lo
hicieron.
Yo, la
verdad, no me imaginaba cómo podía ser que una persona le pase a otra una parte
de su cuerpo. Porque ni modo que digas: "Ai te dejo mi nariz; al rato
vengo por ella". Pero Ñoño nos dijo que eran los doctores los que se
encargaban de eso, y que también se podía hacer lo mismo con pulmones,
corazones, hígado, buche, nanita, nenepil, etc., etc., etc.
Entonces nos dio mucha risa pensar cómo se
vería Ron Damón si Quico le pasara sus cachetes de marrana flaca. O la Popis
con los bigotes de Jaimito el Cartero. O yo con las patas del Maistro
Longaniza. O la Chilindrina con las nalgas de Ñoño.
Hoy en la mañana le hice un mandado a Doña
Clotilde, y en pago ella me dio una torta de jamón. Pero ya me la iba a comer,
cuando llegó Quico y me tiró la torta de un manotazo, diciéndome que esa torta
debía tener algo malo, puesto que la había hecho Doña Clotilde, que es una
bruja.
Pero
entonces yo recordé algo que había dicho una vez
Ñoño:
que todavía no estaba plenamente comprobado que Doña Clotilde fuera una bruja.
O sea que levanté la torta para comérmela. Sin embargo, esto hizo que Quico se
desesperara, y me volvió a tirar la torta de otro manotazo. Por lo tanto yo
quería agarrar a Quico para romperle todo lo que se llama cara, pero no lo
hice, porque lo más urgente era levantar la torta para comérmela.
Lo malo
fue que la Bruja del 71 se dio cuenta y me dijo que no debía levantar la torta del
suelo porque ya la había besado
el diablo. Pero yo no vi a ningún diablo por ahí; de modo que levanté la torta
para seguir comiendo. Y entonces regresó Quico y me la volvió a tirar de otro
manotazo.
QUICO
Entonces pensé que lo mejor era que primero le
rompiera la cara a Quico y que después levantara la torta.
Pero
Quico salió corriendo otra vez, y de paso le dio un pisotón a la torta. O sea
que ora sí no me quedaba otro remedio más que agarrar a Quico y darle un buen
madraza en sus cachetes de marrana flaca.
Pero
Jaimito el Cartero me dijo que eso era cometer un acto de venganza. Y también
dijo que "la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena".
Y yo
creo que Jaimito tenía razón en lo que dijo, pero también creo
que bien pudo
haberse esperado a
decírmelo después de que ya se la hubiera rajado a Quico.
En la escuela ya nos explicaron cuál es la
diferencia entre un reino y una república: en un reino el que manda es el rey,
y en una república el que manda es el presidente.
Para que
alguien sea rey, el que lo escoge es su papá, que es el rey que estaba antes.
En cambio, para que alguien sea presidente, el que lo escoge es el presidente
que estaba antes. Nuestro país no es un reino, sino una república. Por eso aquí
no se debe decir, por ejemplo, que
un árbol pertenece al reino vegetal y una piedra al reino mineral.
Lo que se debe decir es que el árbol pertenece a la república vegetal y la
piedra a la república mineral.
Por lo
mismo, tampoco se debe decir que en un lugar reinaba el desorden, sino que
republicaba el desorden. Y el león no es el rey de la selva, sino el presidente
de la selva. Por lo tanto, a la hora de rezar debemos decir: "Padre
Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nos tu
República... y etc."
Ayer, durante todo el día, Jaimito el Cartero
no salió de su casa para nada. La Chilindrina y yo pensamos que podía estar
enfermo, porque ya otra vez había pasado lo mismo; por eso decidimos que lo
mejor era subir a verlo para preguntarle.
Pero la
vez anterior nos había costado mucho trabajo entrar a su casa, porque la puerta
estaba cerrada por dentro con un cerrojo. Y Jaimito no respondía por más que le
tocábamos la puerta y le gritábamos.
Pero lo
que pasó aquella vez fue que el pobre de Jaimito estaba tan débil que no tenía
fuerzas ni para correr el cerrojo de la puerta.
Por eso,
cuando al fin se alivió, Jaimito decidió que lo mejor era que la puerta de su
casa no tuviera cerrojo. Y tenía razón, porque los cerrojos de las puertas sólo
sirven para que no puedan entrar los ladrones, ¿pero qué ladrones van a querer
entrar a una casa donde no hay nada que robar?
Antes sí había algo que se podían robar: la
bicicleta de Jaimito. Pero hace ya como cuatro semanas que Jaimito vendió su
bicicleta, pues necesitaba dinero para comprar medicinas.
Lo malo
es que tal parece que las medicinas no han resultado muy buenas que digamos.
El Profesor Jirafales nos dijo que la Historia
empezó a escribirse hace miles de años. O sea: como que ya han tenido tiempo
suficiente para que hubieran acabado de escribirla, ¿no?
Porque,
a ese paso, no van a acabar nunca.
Después
escribió algo en el pizarrón y nos ordenó que lo copiáramos. Y aquí está lo que
copié:
"Debemos
estudiar la Historia sin generar sentimientos de odio; sin espíritu de
venganza. No para empeorar las cosas, sino para mejorarlas. En una palabra: con
Amor."
Y como
no entendíamos muy bien lo que quería decir, luego nos explicó que hay libros y
profesores que con sus lecciones de historia lo que hacen es enseñarnos a odiar
al prójimo. Por ejemplo: a los españoles por habernos conquistado; a los
gringos por haberse quedado con la mitad de nuestro territorio; a los franceses
por habernos puesto a un emperador que no era de por acá; etc., etc., etc. Pero
eso está muy mal. No debemos odiar a nadie.
Y menos
debemos odiar a alguien por lo que hicieron de malo sus antepasados. Por
ejemplo: se sabe que entre los españoles que nos conquistaron había de todo:
malos, regulares y buenos. Los malos se llevaban todo el oro y toda la plata
que podían agarrar, además maltrataban a los indios, los cuales tenían que
huir escondiéndose en la
selva virgen. (Que por cierto el
profesor nos explicó que se le dice "selva virgen" a aquélla en la
que no ha entrado el Hombre. O sea: después de que llegaron los españoles, ya
ni la selva quedó virgen.) Pero los buenos, en cambio, defendían a los indios y
les enseñaban a hacer cosas útiles. Los mejores eran los misioneros, los
cuales, además, enseñaban a los indios lo que debían hacer para tener el alma
limpia. (Los indios, por su parte, enseñaban a los españoles lo que debían
hacer para tener el cuerpo limpio.)
Pero aun
si tomáramos en
cuenta únicamente a los
malos, los españoles
de ahora ya
no son los
mismos que aquellos que nos
conquistaron. Por lo tanto no debemos odiar a alguien por lo que hicieron sus
antepasados. O sea: es como si Quico se odiara a sí mismo solamente porque sus
papás lo hicieron feo.
Luego el
Profesor Jirafales nos
dijo que tampoco debemos odiar a los norteamericanos
(que vienen siendo los gringos) por
habernos quitado la
mitad de nuestro
territorio. (Que, por cierto, Ron Damón dice que nos quitaron la mejor parte,
o sea, donde hay mejores carreteras y todo eso.) Porque el profesor dice que no
fue sólo culpa de ellos, sino también fue por culpa de muchos mexicanos que
preferían pelearse entre sí en vez de defenderse de aquellos otros. Yeso no
está bien, porque si se meten a robar a tu casa, es más importante defenderse
de los rateros antes que pelearte con tus hermanos.
Y de cualquier
manera, pienso yo, aquellos gringos tampoco son los mismos de ahora. O sea: ya
todo es cosa de rogarle a Dios que los de ahora no sean peores que aquéllos.
Después el profesor nos explicó lo del emperador que nos pusieron los
franceses: se llamaba Maximiliano, pero lo curioso es que no era francés, sino
australiano1. Y se sabe que nació en la ambulancia2, pues era de la familia de
los Absurdos3.
Entonces
Godínez dijo que, en cambio, el que sí había sido francés era Pancho Villa,
pero el profesor le preguntó que cómo se le ocurría decir que Pancho Villa era
francés, y Godínez dijo que era Francésco Villa. Luego la Chilindrina preguntó
que, si Maximiliano no era francés, ¿por qué se decía que era una invasión de
los franceses? Y el profesor le contestó que el que mandó a Maximiliano era el
emperador de Francia, que se llamaba Napoleón. Entonces la Chilindrina dijo que
a ése sí lo conocía, pues se había hecho muy famoso por lo pobre que era.
1. Es obvio que el Chavo oyó mal cuando el
profesor dijo "austriaco".
2 ¿El profesor habrá dicho que
Maximiliano nació en la"opulencia"?
3 No hay duda: el profesor debe haber
dicho "Habsburgo".
Pero el profesor le dijo que no, que Napoleón
no había sido pobre, y la Chilindrina le dijo: "Pues yo vi que ya andaba
con una mano atrás y otra
adelante". (Esto lo dijo
riéndose; quién sabe por qué.) Y el Profesor Jirafales le respondió que, en
primer lugar, ella estaba hablando de Napoleón Primero (pero escribió así en el
pizarrón: Napoleón I), y él estaba hablando de Napoleón Tercero. (Y escribió
así: Napoleón IIII.) Entonces yo le pregunté que si no era el mismo señor. Y el
profesor dijo que no, que cómo podía ser lo mismo primero que tercero. Y es que
yo pensaba que era el mismo, y que nomás le iban añadiendo rayitas conforme iba
cumpliendo años.
Luego el
profesor echó un suspiro y nos pidió que volviéramos a copiar lo que había
escrito en el pizarrón.
Y, por
lo tanto, yo lo volví a copiar.
"Debemos
estudiar la Historia sin generar sentimientos de odio; sin espíritu de venganza.
No para empeorar las cosas, sino para mejorarlas. En una palabra: con Amor.
"
no podía ser, que el dinero no se reproduce
como las naranjas y los limones.
Yo pensé
que Jaimito tenía razón, pues él sabe mucho de plantas y todo eso. Por lo tanto
fui a desenterrar mi peso de la maceta; pero entonces encontré que la moneda
había desaparecido. O sea que alguien se la había robado.
Eso me
dio mucha tristeza y me puse a llorar y me metí al Hoy en la mañana me gané un peso que me dio
Doña barril.
Al ratito llegó la Chilindrina y me preguntó
que por qué
Florinda como propina por un mandado que le
hice. Entonces llegó la Chilindrina y me aconsejó que enterrara el peso en una
maceta y que le dijera a Doña Florinda que alguien me lo había robado. Yo le
pregunté que qué ganaba con eso, y la Chilindrina me dijo que ganaba dos cosas:
primera, que a Doña Florinda le diera lástima saber que me habían robado la
moneda, y por lo tanto me daría otro peso. Segunda, que después de haber
sembrado el peso en la maceta, ahí crecería un árbol de dinero que todos los
años me daría muchísimas monedas.
A mí la
idea me pareció muy buena, y por lo tanto me fui corriendo a sembrar mi peso en
una maceta.
Luego
fui a buscar a Jaimito el Cartero para decide que
ya no se
preocupara por lo mucho que gastaba en medicinas, pues muy pronto yo le podría
prestar lo que le hiciera falta. Pero Jaimito me preguntó que cómo iba yo a
conseguir ese dinero, y cuando le expliqué lo del árbol de monedas, él me dijo
que eso estaba llorando, y yo le conté que me habían robado la moneda
que
enterré en la maceta. Entonces la Chilindrina me dijo: "¡Eso es, Chavito!,
lo estás haciendo muy bien. Cuando Doña Florinda vea que estás llorando con
tanta sinceridad, de seguro va a creer que fue verdad eso de que te robaron la
moneda." Pero yo le dije que eso era exactamente lo que había sucedido:
que alguien se había robado mi moneda. Pero la muy mensa no entendía
Y seguía
insistiendo: "¡Eso es, Chavo, qué buen actor eres!" Eso me dio mucho
coraje. Y le dije que no fuera mensa, que la verdad era que yo no estaba
actuando, sino que estaba diciendo la verdad; pero de nada sirvió, porque la
Chilindrina siguió sin entender.
Y estábamos
discutiendo esto cuando llegó el Profesor Jirafales y nos preguntó que qué
pasaba. Yo le expliqué todo, pero
al terminar mi
explicación me di
cuenta de que la
Chilindrina ya no estaba ahí. O sea que no le pudo confirmar al profesor lo que
yo le decía.
Entonces
el Profesor Jirafales me regaló un peso igualito al que había tenido antes, y
me dijo que quería buscar a la Chilindrina para hablar con ella.
Anoche la Chilindrina me contó que había
encontrado a un niño muy malo que era el que se había robado la moneda
enterrada en la
maceta. Que seguramente
había estado espiando cuando yo
la enterraba, y luego fue y la desenterró y se escapó con ella. Pero luego la
Chilindrina lo alcanzó, le dio de golpes y recuperó mi moneda.
Por eso
la quiero tanto.
Y por
eso fuimos a la tienda y nos gastamos el peso entre los dos (50 centavos cada
uno).
Pero la
Chilindrina me dijo que eso que estaba yo haciendo era una obra de caridad y
que la gente no debe andar contando que hace obras de caridad, porque entonces
se pierde todo el mérito. Por eso me dijo que no se lo contara al Profesor
Jirafales. Y por eso no se lo voy a contar nunca.
coscorrones.
Y también sacó la manera de llorar que tiene la Chilindrina. O sea que las dos
lloran sin razón alguna; pero eso sí, con unos chillidos que se oyen a veinte
cuadras de distancia.
Por
cierto que la Chilindrina no sabe pronunciar la palabra "bisabuela",
pues ella dice "biscabuela" .
De todas
maneras yo extraño mucho a Ron Damón; pues es verdad que era flojo, mentiroso y
berrinchudo, pero también es verdad que era muy simpático.
Desde
hace algunos días la Chilindrina vive con su bisabuela en vez de vivir con su
papá, pues Ron Damón está trabajando en otro lugar.
Bueno,
eso fue lo que dijo la Chilindrina, pero yo pienso que solamente es verdad la
mitad de lo que dijo. O sea: sí es verdad que su papá está en otro lugar, pero
no es verdad que esté trabajando. Lo más seguro es que esté buscando la manera
de ganar dinero sin tener que trabajar. Y también puede ser que lo hayan metido
a la cárcel.
La
bisabuela de la Chilindrina se llama Doña Nieves. Y el nombre le queda muy
bien, porque tiene el pelo blanco como la nieve. Pero no
muy blanco que digamos.
O sea: no es
tan blanco como la nieve de coco, sino más bien como la de guanábana. Pero
de esas guanábanas
que ya están agusanadas. Lo malo
es que la
bisabuela de la
Chilindrina resultó ser igual de pegalona que Ron Damón, pues apenas
lleva unos días
en la vecindad
y ya me
ha dado muchos Ñoño regresó de vacaciones y me contó
que se encontró a una niña que se llama Patricia Jiménez, la cual me mandaba
saludar; pero no recuerdo de quién se trata.
Lo más bonito de todo es la Navidad.
En las
casas ponen nacimientos y árboles con foquitos de colores que
se prenden y se apagan.
Las luces parecen estrellas.
También
adornan las calles y las tiendas.
En las
iglesias se escuchan canciones muy bonitas.
A mí
esta Navidad me
invitaron a la
casa de Doña Florinda y me dejaron cenar todo lo que
quisiera. Y ahí estaban todos: el Profesor Jirafales, el señor Barriga, Ñoño,
Doña Florinda, Quico, la Popis, la Chilindrina, Ron Damón, Doña Nieves,
Godínez, Jaimito el Cartero y Doña Clotilde. (Aquí no digo que Doña Clotilde es
la Bruja del 71, porque en época de Navidad suena feo.)
A las
doce de la noche todos abrazaron a todos. Pero a mí la que más me abrazó fue la
Chilindrina. y Doña Florinda abrazó
mucho al Profesor
Jirafales. Y Doña
Clotilde quería abrazar mucho a
Ron Damón y a Jaimito el Cartero, pero ellos no tenían tantas ganas.
Al pie
del árbol había muchos paquetes envueltos con papeles de colores. Eran regalos
que el señor Barriga había llevado para todos. ¡Y hasta había uno para mí! Era
un cochecito de plástico, muchisisísimo más bonito que los que hago yo con
cajas de cartón.
Pero ese
cochecito no me duró mucho tiempo, porque al día siguiente se lo regalé al hijo
de la portera de la vecindad. Es que el hijo de la portera es un niño pobre.
El Profesor Jirafales me dijo que cada vez que
yo respiro nace un niño en el mundo. Pero ni modo que deje de respirar.
Luego me
explicó que lo que él quería decir es que en este mundo ya hay demasiados
habitantes, habitantas y habitantitos; y que lo malo es que la gente se la pasa
todo el tiempo naciendo. O sea que va a llegar un momento en que ya no vamos a
caber. y cuando esto suceda, ¿qué vamos a hacer los que salimos sobrando?
Claro
que los que salimos sobrando somos los pobres, porque a los ricos casi no les
da por nacer. Y es que los papás de los ricos tienen otras maneras de
divertirse.
Ayer sucedió lo mismo que la otra vez: que
Jaimito el Cartero no salió de su casa para nada.
Yo me di
cuenta porque había estado esperando a que él bajara para que viera que ya
puedo brincar desde el quinto escalón de la escalera.
Pero
nada que bajaba.
Entonces
subí para ver si le pasaba algo. Y lo que le pasaba era que ya estaba muerto.
Tenía
los ojitos cerrados, como si nomás estuviera dormido. Y hasta parecía como si
estuviera soñando algo bonito, pues tenía cara de estar contento. Pero no puede
ser, porque ni modo que le diera gusto morirse.
O quién
sabe, porque Jaimito el Cartero siempre decía
que
prefería evitar la fatiga.
O sea
que ya evitó la fatiga para siempre.
JAIMITO
EL CARTERO
El Profesor Jirafales nos explicó que la
palabra "inflación" no
quiere decir solamente
que algo está
inflado, sino que también quiere decir que las cosas están
cada vez más caras. Por eso Ñoño es un niño mucho más caro que yo: porque él
está igual de gordo que un globo bien inflado. Yo, en cambio, estoy como un
globo bien desinflado. Por eso yo soy un niño barato.
Y a mí
me gustaría ser un niño caro, porque los niños caros comen muy bien todos los
días. Pero hay muy pocos niños caros, la mayoría somos baratos.
También
nos dijo el profesor que es muy bueno saber ahorrar, pues los que ahorran
siempre tienen algo cuando llega la inflación.
Recuerdo
que, poco antes de morir, Jaimito el Cartero me dijo que ahorrar es lo mismo
que guardar. Y que igual pasa con la memoria, porque la gente guarda en la
memoria las cosas que recuerda. O sea: que si no te acuerdas de algo es porque
no lo tienes guardado en la memoria.
Eso quiere decir que ahorrar es bueno. Pero no
siempre; nomás cuando guardas cosas buenas. Porque, por ejemplo: no es bueno
guardar la basura; es mejor tirada en un basurero. En cambio sí es bueno
guardar un poco de dinero, por si llega una inflación.
Y lo
mismo pasa con las cosas que recuerdas. Por ejemplo: si te peleas con otro
niño, nunca trates de guardar el recuerdo de eso en la memoria, porque si te
acuerdas vuelves a sufrir.
Y al
revés: si te pasa algo bonito, entonces sí es mejor
que lo
recuerdes a cada rato, porque cada vez vuelves a sentir que estás contento.
Y la
felicidad es cuando estás contento.
O sea
que lo mejor es guardar en la memoria solamente los recuerdos de las cosas
buenas.
Por si
llega a haber una inflación de felicidad.
Epílogo
Lo
anterior está escrito en la última página del cuaderno. Así pues, ahí concluye
esto que decidimos publicar con el título de "Diario del Chavo del
Ocho". Pero no es (ni debe ser) un final, ya que, salvo obvias
excepciones, los diarios se distinguen precisamente por eso: por no tener un
final. Y las excepciones suelen ser tristes. Tan tristes, por ejemplo, como el
final que va implícito en el hecho mismo de que un diario anuncie que llega a
su fin...
Pero
éste no es, afortunadamente, el caso del Chavo del Ocho. El Diario termina
porque el cuaderno ya no tuvo más páginas que brindar al incipiente autor; pero
es claro que la vida continúa. Que termina el cotidiano escribir, pero que
sigue el cotidiano acontecer; el diario acumular experiencias que luego podrían
ser narradas en otro cuaderno. (¿Y en otro libro?)
Pero esa
vida que continúa, ¿cómo es ahora? ¿Cómo transcurre?
Hice intentos por averiguado. Regresé muchas
veces al parque; busqué afanosamente; indagué; pregunté; me senté en la misma
banca donde estuve cuando el Chavo del Ocho dio lustre a mi calzado; el mismo
lugar donde él había dejado abandonado su cuaderno. Pero todo fue en vano.
Y sólo
queda un recurso: que llegue a sus manos un ejemplar de este libro y que, si lo
juzga conveniente, se ponga en contacto conmigo.
Si esto
llegara a suceder, no pienses, Chavo, que haré mal uso de nuestra posible
amistad. Yo sólo quiero darte las gracias. Gracias infinitas por todo lo que me
dio ese personaje incomparable que es El Chavo del Ocho.
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