El brazo de oro (cuento tradicional inglés)




Había una vez un hombre que recorrió todo el mundo en busca de una esposa. Vio a mujeres jóvenes y viejas, ricas y pobres, hermosas y feas, y no pudo dar con una que lo satisficiera. Finalmente, se encontró con una mujer joven, bella y rica, cuyo brazo derecho era de oro macizo. Se casó con ella, y pensó que no había hombre más afortunado que él. Vivieron felices pero, aunque quería que la gente pensara de otro modo, estaba más orgulloso del brazo dorado de su mujer que del resto de bondades de su esposa.
Con el tiempo, ella murió. El marido se vistió de riguroso luto y exhibió su gesto más compungido durante el funeral; pero, a pesar de todo, se despertó en plena noche, exhumó el cadáver y cortó el brazo dorado. Se apresuró a volver a casa para ocultar el tesoro y pensó que nadie se daría cuenta.
La noche siguiente guardó el brazo de oro bajo la almohada y, justo cuando estaba a punto de dormirse, el fantasma de su mujer se le apareció en la habitación. De pie junto a la cama, corrió el dosel y lo miró con gesto de reproche. Fingiendo que no estaba aterrado, se dirigió al fantasma y le dijo:
-¿Qué les ha pasado a tus mejillas sonrosadas?
-Se han marchitado -respondió el fantasma con una voz lúgubre.
-¿Qué les ha pasado a tus rosados labios?
-Se han marchitado.
-¿Qué le ha pasado a tu dorada melena?
-Se ha marchitado.
-¿Qué le ha pasado a tu dorado brazo?
-¡Tú lo tienes!
Bram Stoker, “El brazo de oro” en Cuentos de miedo. México, SEP-Juventud, 2003.

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