Ramón Gómez de la Serna, “Traspaso de sueños”
De pronto dejó de tener pesadillas y se sintió aliviado, pues habían
llegado ya a ser una proyección obsedante [que provoca una obsesión] en las
paredes de su alcoba.
Descansado y tranquilo en su sillón de lectura, el criado le anunció
que quería verlo el señor de arriba. Como para la visita de un vecino no debe
haber dilaciones que valgan, lo hizo pasar y escuchó su incumbencia:
-Vengo porque me ha traspasado usted sus sueños.
-¿Y en qué lo ha podido notar?
-Como vecinos antiguos que somos, sé sus costumbres, sus manías y sobre
todo sé su nombre, el nombre titular de los sueños que me agobian a mí, que no
solía soñar... Aparecen paisajes, señoras, niños con los que nunca tuve que
ver...
-¿Pero cómo ha podido pasar eso?
-Indudablemente, como los sueños suben hacia arriba como el humo, han
ascendido a mi alcoba, que está encima de la suya...
-¿Y qué cree usted que podemos hacer?
-Pues cambiar de piso durante unos días y ver si se vuelven a usted sus
sueños.
Le pareció justo, cambiaron, y a los pocos días los sueños habían
vuelto a su legítimo dueño.
Ramón Gómez de la Serna, “Traspaso de sueños” en Edmundo Valadés
(comp.), El libro de la imaginación.
México, FCE, 1999.
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