Kathy Wollard, “Perfumes”





¿Qué tiene que ver el perfume con el humo? Perfumar procede de perfumare, que a su vez se deriva del vocablo latino fumare, que significa ahumar. Los perfumes primitivos se hacían quemando maderas y corteza. El humo aromatizado que flota en el aire se consideraba una forma de llegar hasta los dioses.
A lo largo de la historia, la gente ha utilizado perfume en ceremonias religiosas, para disimular olores y para atraer a los demás. Napoleón sólo iba a la batalla si llevaba sus fragancias
favoritas. La reina egipcia Cleopatra hacía perfumar las velas de su barco en el río Nilo para que su aroma llegara hasta lugares remotos (entre los perfumes favoritos del antiguo Egipto figuraba el lirio blanco), y es posible que los romanos inventaran la loción para después del afeitado.
Los perfumes actuales se elaboran con aceites naturales de plantas, sustancias químicas sintéticas o ambas cosas. Un típico perfume puede contener jazmín, violeta, rosa, flores de azahar, madera de sándalo, pachulí, canela, musgo de roble y otras fragancias, además de alcohol.
Las plantas y flores contienen aceites esenciales de una extraordinaria fragancia. Los aceites se pueden extraer mediante vapor (un método inventado en la antigua Arabia) o disolventes químicos; por prensado o dejando que empapen una capa de grasa. Los perfumistas actuales utilizan análisis químicos y computadoras e incluso moléculas aromáticas de una pieza de tela para añadir el olor de un traje de caballero a su colonia, o el ozono del aire marino para una fragancia náutica.
Tradicionalmente, los perfumes también podían contener esencias animales: ámbar gris del cachalote, almizcle del almizclero... , pero hoy en día estos aromas casi siempre se elaboran en laboratorios.
Los perfumistas dicen que crear una nueva fragancia es como componer una partitura musical. La mayoría de los perfumes liberan sus fragancias de inmediato y éstas se disipan enseguida. Luego vienen las notas medias, y por último las notas graves y duraderas: los restos de fragancia que quedan en la piel después de horas.
Los fabricantes de perfumes inventan nombres cuya imagen representa cómo desearía verse el cliente. Veamos, por ejemplo, algunos nombres de fragancias masculinas: Iron (hierro), Stetson (un sombrero vaquero).
Los nombres de las fragancias femeninas suelen evocar imágenes etéreas de fascinación: Poéme (poema), Allure (encanto), Beautiful (hermosa), Blonde (rubia).
Algunas fragancias llevan el nombre de su creador, que a menudo es un modisto de prestigio: Chanel, Lauren, Dior, Armani, mientras que otras se refieren a su fragancia: Vanilla Fields (campos de vainilla), Old Spice (Especias de Antaño). El perfume White Diamonds (diamantes blancos), de la actriz Elizabeth Taylor, refleja su fascinación por las gemas. Lasting (duradero), tal vez sea el nombre de perfume más práctico de todos; simplemente significa que el aroma seguirá percibiéndose a las diez horas de su aplicación.
Kathy Wollard, “Perfumes” en El libro de los porqués. México, SEP-Oniro, 2003. 

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