Felipe Garrido, “Ven conmigo”




El abuelo está sentado frente a la casa, en medio del jardín. Muy derechito en la silla de palo; con la pierna cruzada, las manos entrelazadas en la rodilla, el cigarro asomado entre los dedos. Lleva un traje oscuro, corbata a rayas, pañuelo en el bolsillo, botines y bastón, A sus pies duerme un perro blanco, pero no sé cómo se llama.
-Ven conmigo -vuelve a decirme y me mira burlón, con los ojos brillantes. El abuelo es calvo, tiene las cejas muy grandes, y las orejas, y la nariz.
-Hey, ven acá -insiste sin mover los labios, con un susurro que me llega de su mirada. -¿No me oyes? -pregunta como si fuera a enojarse, pero él sabe bien que lo escucho. Que sus palabras se me quedan en las orejas. No qiero oírlo. No quiero hacerle caso. Me quedo quieto, de pie, casi sin respirar. Camino hacia atrás, paso a pasito, buscando la puerta del cuarto, sin quitar la vista de la foto que cuelga en la pared.
Felipe Garrido, “Ven conmigo” en La musa y el garabato. México, FCE, 1995.

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