Cristina Carbó et al., “Píntame toreros gordos”
¿Recuerdas aquella canción que dice: “píntame angelitos negros”?
Seguro que el colombiano Fernando Botero prefiere que le canten:
píntame toreros gordos. Ahora verás por qué.
Fernando es aficionado a los toros desde que era adolescente; en su
natal Medellín se inscribió a la escuela de tauromaquia; pero cuando tuvo
frente a él a un novillo, ¡huy!, decidió que servía más para pintar acuarelas,
óleos o
carbones... y se dedicó a las bellas artes.
Todas sus obras representan figuras de personas, animales u objetos,
cuya característica principal es la desproporción de las formas. Por ejemplo,
pinta hombres y mujeres exageradamente gordos, pero siempre, alguna parte de su
cuerpo contrasta con su obesidad: pies pequeñísimos, boquitas, naricitas,
manitas o un torero gordo y gigante junto a un picador enano.
En la obra total de Botero puedes ver redondeces muy redondas, pero eso
sí, llenas de mucho color sin sombras. Una colección famosa del pintor y que ha
dado la vuelta al mundo es La corrida y, por supuesto, se trata de la fiesta
brava.
Botero también crea esculturas gordas y enormes. En 1992, en París,
montó una exposición de esculturas monumentales a todo lo largo de la avenida
Campos Elíseos, y tanto los parisienses como los turistas hicieron alguna
caricia a tan tentadoras formas. Fernando Botero ha armado la gorda en el arte
contemporáneo y es uno de los pintores hispanoamericanos mejor cotizados en el
mundo.
Cristina Carbó et al., “Píntame toreros gordos” en 501 Maravillas del
vejo Nuevo Mundo. México, SEP-Hachette
Latinoamérica, 1994.
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