CUICA, “Intercambios” en Juegos y Diversiones Mexicanos. México, SEP-SITESA, 1998.
16. Intercambios
¿Habías oído que... el mundo le debe a México las llantas de los
coches, los chupones de bebé y todo lo fabricado con hule? Los aztecas ya
empleaban este material, que proviene de un árbol tropical, en la elaboración
de pelotas para el famoso juego prehispánico ritual llamado tlachtli.
Se dice que las canicas con que juegas son de origen prehispánico. Los
niños aztecas jugaban con bolitas de barro o de piedra iguales a las canicas de
cristal que se hicieron después. Ellos enseñaron a los hijos de los españoles
este juego.
De España vinieron las cometas que los niños del antiguo México vieron
en forma de mariposa. De ahí su nombre papalotl, ahora papalote, que significa
mariposa.
La china poblana, según una versión, era una princesa que unos piratas
capturaron cerca de Manila y trajeron a Acapulco en la Nao de China. De allí
pasó a Puebla, vivió con unas monjas que la bautizaron como Catarina de San
Juan. Se le conoció por su bondad y por la originalidad de sus vestidos que, al
paso del tiempo, inspiraron el traje nacional.
¿Habías oído que... para preparar el oro con que se decoraban las
iglesias de la Nueva España se empleaban las claras de huevo? Con las yemas
sobrantes, que eran
muchas, las monjas idearon preparar ricos dulces, rompope, huevos
reales para servirlos en almíbar con canela, y huevitos de faltriquera,
preparados con azúcar y almendras para regalarse envueltos en papel de china
con las puntas recortadas en tiras, como flecos.
El chicle que masticas, y que otros países imitan con sustancias
químicas, proviene del árbol del chicle o tzíctli, el chicozapote de nuestras
selvas tropicales del sur.
CUICA, “Intercambios” en Juegos y Diversiones Mexicanos. México,
SEP-SITESA, 1998.
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