Beatriz Aguilar, “Entrevista a Juana, niña hña-hñu” en Revista Chachalaca, México desconocido, No. 1, abril 1994.
34. Entrevista a Juana,
niña hña-hñu
Juana vive en Orizabita, en el Valle del Mezquital, en el estado de
Hidalgo. Tiene nueve años y va en primero de primaria. La conocí en el albergue
donde ella vive de lunes a viernes con otros niños que estudian la primaria, y
cuyas casas quedan muy lejos de la escuela. Ahí desayunan, comen, hacen la
tarea, duermen, y sólo los fines de semana ven a sus papás.
-¿Te gusta vivir en el albergue?-le pregunté.
-Sí, porque aquí puedo ir a la escuela, aprender la lección y jugar con
mis amigos.
-¿Qué has aprendido?
-A leer y a escribir en dos lenguas -español y hña-hñu-, y también a
sumar.
-¿Y cuándo vas a casa de tus papás qué haces?
-Le ayudo a mi mamá a pastorear los chivitos y a limpiar la cocina.
-¿Cómo le haces con los chivitos?
-Les aviento piedras para que se regresen.
Juana es bilingüe y tiene unos ojos muy bonitos como almendras y me
sonríe.
-Oye, ¿cómo se dice “que bonitos ojos tienes” en hña- hñu?
Juana se tapa la boca y se ríe.
-¿De qué te ríes?-, le pregunto, y ella se vuelve a tapar la boca y sus
ojos brillan.
Decidí cambiar la conversación y le pregunté:
-¿Quién es tu mejor amiga?
-Zenaida, con ella juego a que es mi hija o a peinarnos.
Juana trae un vestido azul que hace resaltar su piel tostada. Estamos
sentadas en el patio del albergue y nos quedamos en silencio un largo rato
mirando los magueyes, los nopales, las montañas. Se me ocurre preguntarle:
-¿Qué te gusta más, el campo o la ciudad?
-El campo, porque aquí puedo jugar a brincar, a correr, al beisbol y al
coyote.
-Corres a la base para que no te alcance.
-Ah, yo lo jugaba cuando era chiquita, pero le decíamos al lobo.
Juana se pone la mano en la boca y se ríe. Sus ojos vuelven a brillar y
le pregunto:
-¿Cómo le hiciste para aprender a hablar hña-hñu?
-Así nací, luego aprendí español en la escuela.
El calor se pone fuerte y Juana va a donde está una llave de agua y se
moja la cara y el pelo con otra de sus amigas que se llama Isabel.
-¿No te gusta el agua fría? -me pregunta desde donde está-. A mi sí.
Y por primera vez vi
su sonrisa completa. Su boca brillaba tanto como sus ojos. No me dio tiempo de
responderle porque salió el maestro y llamó a todos los niños a comer. Me
invitó y después nos despedimos con un abrazo, como si fuéramos amigas desde
hace muchos años.
Antes de irme, averigüé cómo se dice: “qué bonitos ojos tienes” en
hña-hñu, bueno, más bien cómo suena en español: shi ma joto ri da.
Beatriz Aguilar, “Entrevista a Juana, niña hña-hñu” en Revista
Chachalaca, México desconocido, No. 1, abril 1994.
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